No, el "coaching cuántico" no existe.María Lobo es "coach". El problema es que dice practicar "el coaching cuántico" o "quántico" (al parecer, se aplica aquí una misteriosa simetría "q-c". Por favor, no confundir con Quantico, Virginia, que bastante lioso es esto ya). No es la única, claro, pero parece ser una de las que más seguidores tiene. Aplicando la "doctrina Shaw" que tantas veces hemos explicado aquí, la cosa consiste en añadir la palabreja de marras a todo, y a correr. Por ejemplo, así:
"EL PARADIGMA QUÁNTICO POR MARÍA LOBOLa perspectiva, visión o paradigma quántico es la elevación y ampliación de todo nuestro espectro existencial: físico, mental, espiritual, social, laboral, emocional, sexual y sentimental para aflorar, visibilizar, aprovechar y descubrir todas nuestra qualidades o estados quálicos y sentidos o sensores visibles y ocultos, aumentando así nuestro potencial humano, nuestra vibración y pureza sensorial, enlazando y entrelazando la realidad, la identidad, la conciencia, la consciencia, llegando así a la alquimia de la Auto Referencia que lleva o carga un fluido vital propio: Ser – Humano integral. Es decir coordinar y sincronizar nuestras sensibilidades." ¿Está claro, no? Por si alguien se pregunta qué pinta la palabra "cuántico" aquí, la única justificación física (es un decir) que encontramos es la siguiente: "Gracias a la famosa ecuación de Einstein, sabemos que la materia es energía, pero nuestros sentidos físicos son limitados y no pueden captar el carácter energético de la materia. E=mc2" Por supuesto, ese 2 debería aparecer como superíndice, pero eso es lo de menos. La cosa tiene su gracia, ya que imagino que a estas alturas todo el mundo sabe (aunque solo sea por haber visto el "Oppenheimer" de Nolan) que Einstein nunca creyó en la teoría cuántica como una descripción fundamental de la naturaleza, y de hecho se convirtió en su principal opositor (el tiempo y los experimentos demostraron su error después de su muerte). Pero, además, no, esa ecuación de Einstein no dice que la materia "es" energía. La materia tiene una masa m, y por el hecho de tener una masa, tiene una cierta cantidad de energía, dada por esa fórmula. Eso no quiere decir que la materia sea energía y que, por tanto, no exista la materia como tal. Si estudiaron algo de Física en el Instituto, recordaran que en los capítulos más elementales (nada de Einstein ni de cuántica), ya nos contaron que si sujeto una pelota de baloncesto de masa m a una cierta altura h, la pelota tiene una energía potencial gravitatoria E= m g h (g es la aceleración de la gravedad cerca de la superficie terrestre). A nadie se le ocurrió entonces pensar que esa fórmula dice que la materia es energía. Si dejo caer la pelota la energía potencial gravitatoria disminuye al disminuir la altura, pero como la pelota se va acelerando por la gravedad (es decir, va ganando velocidad) esa pérdida de energía se compensa exactamente con una ganancia de energía cinética, de manera que al llegar al suelo, toda la energía es E = 1/2 m v2 (este 2 también es un superíndice, claro). Pero tampoco esa fórmula significa que la masa sea energía: la pelota sigue teniendo su masa y sigue siendo una pelota. El hecho de que c (la velocidad de la luz en el vacío) sea una constante muestra una suerte de equivalencia entre masa y energía, en el sentido de que, por el mero hecho de tener una masa m, la materia siempre tendrá energía (independientemente de su altura en un campo gravitatorio o su velocidad). Pero eso no convierte a la masa m en energía, sin más. De hecho, Einstein llegó a su célebre fórmula por el camino contrario: los fotones (partículas de luz) no tienen masa, pero se dio cuenta de que, por consideraciones de conservación de energía, deberían tener algo así como una masa equivalente a la cantidad de energía cinética que llevan. (Esto lo cuento con más detalle en mi libro "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos"). Así que todo el fundamento del supuesto "coaching cuántico" se reduce a malinterpretar unos resultados que no tienen nada que ver con la física cuántica, ya que esa célebre fórmula se relaciona más bien con la teoría de la relatividad, y de hecho pertenecen a una persona que dedicó parte de su vida a intentar demostrar que la física cuántica no era una descripción completa de la naturaleza. No es extraño entonces que, en uno de sus últimos vídeos, Coach Lobo se tome la libertad de escribirle nada menos que una carta abierta al pobre Einstein: "Mi querido Albert Einstein, en honor y continuidad a tus grandes aportes y tu preciosa exposición del AMOR como fuerza Universal en la carta que escribiste a tu desconocida hija Lieserl…ahora sí sabemos cómo producir esta FUERZA…SÍ es posible identificarla y conocerla…yo no pude esperar a que la comunidad científica lo demostrara…durante muchos años desarrollé todo un Sistema que da explicación a algo tan inexplicable como es esa fuerza que tan bellamente describiste…EL AMOR….y a través de su entendimiento…cómo generarla y utilizarla con toda su potencia en este Mundo…como tú tan sabiamente ya apuntaste: ”ES IMPRESCINDIBLE UTILIZAR ESTA FUERZA, pues es la más poderosa que existe, porque no tiene límites. Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las demás fuerzas del Universo que se han vuelto contra nosotros, ES URGENTE QUE NOS ALIMENTEMOS DE OTRA CLASE DE ENERGÍA, si queremos que nuestra especie sobreviva”" Se ve que a Einstein hay que hablarle con mayúsculas de vez en cuando, por si acaso. Pero un momento, ¿de verdad estamos seguros de que él escribiera estas simplezas a medio camino entre una clase de catequesis y las frases de los azucarillos Lútor? ¿No será una de esas patochadas que se le atribuyen sin ninguna base en los grupos de Whatsapp de padres de alumnos del curso de flauta travesera? Pues eso parece (sigan el enlace para ver las pruebas, por favor). ¿Qué pena, no?
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No, las máquinas llamadas Quantum no te dicen el "estado de tus órganos".En agosto hace mucho calor en Madrid, pero hay compensaciones. Por ejemplo, la cantidad de sandeces que publican los periódicos es aún mayor que el resto del año. Veamos, por ejemplo, "El Mundo" del día 15, con una entrevista a la periodista Sonsoles Ónega. En el titular se muestra muy preocupada por la degradación del discurso político, con lo cual procede a elevar el discurso con reflexiones de este alcance:
"También recurro de vez en cuando a la biomedicina y me hago un escáner con una máquina que se llama Quantum, que te dice en qué estado se encuentran tus órganos: hígado, corazón, riñones, que por cierto, tengo dos. Así me lo ha certificado la ecógrafa." No queda claro si le dice también el estado del cerebro, donde igual la máquina detectaría sonido de maracas o canto de grillos, a juzgar por comentarios como éste: "Un día Mar Flores trajo un jersey amarillo y se estropeó la mesa de sonido. Fue catastrófico. Y lo siento por los animalistas, que se enfadan mucho conmigo por esto: si veo un gato negro, aunque vaya conduciendo, tengo que detenerme y abrazar un árbol. Jamás pongo los zapatos en alto, han de estar en el suelo. No abro un paraguas en un lugar cerrado, esto es fundamental." Bien, acuérdense de estas cosas cuando la oigan dar una noticia o analizar la actualidad, pero sobre todo recuerden: no hay tal cosa como "biomedicina", ni "medicina cuántica" (la medicina de verdad no necesita adjetivos ni prefijos). Esas máquinas en las que coges un sensor con la mano y supuestamente te dicen cómo estás, porque han detectado no sé qué frecuencia, son un timo, o si lo prefieren un "biotimo", o una "estafa cuántica". Que se puedan vender estas cosas impunemente es algo que escapa a mi modesto entendimiento, pero si las ven por ahí, simplemente ignórenlas, aunque se lo diga alguien que salga en la tele. Carlo Rovelli contra la pseudocuántica.Ya pueden encontrar en el número de octubre 2022 de Investigación y Ciencia mi reseña del libro "Helgoland" de Carlo Rovelli. Ahí podrán ver mi opinión general sobre las ideas expuestas en este libro, pero hay un fragmento (páginas 149-150 en la edición de Anagrama) que me gustaría compartir especialmente con ustedes, sobre todo con ese sector de mis lectores y comentaristas que se muestra tan preocupado por mi, a su juicio, excesiva vehemencia contra las pseudociencias, en concreto contra los desalmados que malversan los conceptos "cuánticos" para engañar a la gente. (Son tan insistentes en esto que la cosa me empieza a recordar a aquella canción de Silvio Rodríguez: "Me vienen a convidar a arrepentirme/me vienen a convidar a que no pierda/me vienen a convidar a indefinirme/me vienen a convidar a tanta mierda"). En fin, que he decidido "cederle el micrófono" a Rovelli, que es un poco más jipi que yo y escribe mejor: "De vez en cuando paso unas horas en internet leyendo o escuchando con tristeza la montaña de estupideces que se cobija bajo el adjetivo "cuántico". Medicina cuántica, teorías holísticas cuánticas de todo tipo, espiritualismos cuánticos misticistas y así sucesivamente, un increíble desfile de tonterías. Las peores son las necedades médicas. En ocasiones recibo algún mail alarmado: "Mi hermana acude a un médico cuántico, ¿qué piensa, profesor?" Se me ocurren todos los males del mundo, intente poner a su hermana a salvo lo antes posible. Cuando se trata de medicina, debería intervenir la ley. Todo el mundo tiene derecho a buscar cura como le plazca, pero nadie tiene derecho a engañar al prójimo con una desfachatez que puede costar la vida. Alguien me escribe: "Tengo la sensación de haber vivido ya este momento, ¿es un efecto cuántico, profesor?" ¡Santo Dios, no! ¿Qué tiene que ver la complejidad de nuestra memoria y de nuestros pensamientos con los cuantos? ¡Nada, absolutamente nada! La mecánica cuántica no tiene nada que ver con los fenómenos paranormales, medicinas alternativas, ondas que nos arrastran y vibraciones misteriosas. ¡Por favor!, me encantan las buenas vibraciones. También yo llevaba el pelo largo sujeto por una cinta roja, y de joven canté ¡Om! sentado con las piernas cruzadas justo al lado de Allen Ginsberg. Pero la delicada complejidad de la relación emocional entre nosotros y el universo tiene que ver con las ondas de la teoría cuántica tanto como una cantata de Bach con el carburador de mi coche. El mundo es lo bastante complejo para dar cuenta de la magia de la música de Bach, de las buenas vibraciones y de nuestra profunda vida espiritual sin necesidad alguna de recurrir a rarezas cuánticas." (de "Helgoland, de Carlo Rovelli). (Por mi parte, yo también llevé el pelo largo de joven y alguna vez me puse una cinta en el pelo para que no me molestara jugando al baloncesto, aunque no recuerdo si era roja como la de Stallone en Rocky II. En cuanto a sentarse con las piernas cruzadas, siempre me ha parecido incomodísimo. Desafortunadamente, nunca conocí a Allen Ginsberg). (Publicado originalmente en SciLogs el 14/10/2022. En la foto, Allen Ginsberg en plan jipi. Tal vez ande Rovelli por ahí).
De tardígrados y hombresTodos los días llegan a mis cuentas de correo de trabajo invitaciones para enviar artículos a revistas diversas o participar en conferencias (que también darán lugar a una publicación). Muchas de ellas no superan los filtros de correo no deseado, pero otras muchas sí. Aunque algunas tienen que ver con mi campo de investigación, o al menos pertenecen a la física, también las recibo de los campos más extraordinarios: "Biomedical Research and Clinical Practice Journal (BRCP)", "Journal of Dental Research and Practice", "Journal of Textile Engineering and Fashion Techology"... son ejemplos reales. En ocasiones, hasta incluyen en el correo el título de algún artículo real mío, lo cual puede dar lugar a situaciones cómicas: si he hablado de la "garganta" de un agujero de gusano, me invitan a una revista de otorrinolaringología; si me refiero a la "extracción" de entrelazamiento del vacío, a una de odontología. Imagino que estas "revistas depredadoras" funcionan a partir de búsquedas masivas en bases de datos de las que puedan obtener direcciones de correo y palabras clave, y luego lanzan estos correos electrónicos sin sentido. Sabemos también que existen "factorías de artículos" que los producen "al por mayor" y consiguen publicarlos. Incluso muchas veces pueden ser generados por algoritmos. Si ampliamos el foco a las llamadas ciencias sociales, tenemos el famoso "caso Sokal" o el más reciente del "pene como construcción social", que muestran como artículos con intención obviamente satírica pueden llegar a ser publicados como si fueran artículos serios (en el segundo caso, incluso después de que el artículo se retirara y los autores confesaran sus intenciones, el artículo recibió citas como si fuera investigación legítima: "entiendo que esta obra ha sido retirada. Sin embargo, encuentro algunas de sus ideas útiles para exponer mi hipótesis sobre la primacía del pene", escriben literalmente los autores). Si escribo todo esto es para mostrar que, hoy en día, si tienes dinero pero no escrúpulos, puedes publicar cualquier cosa. Por supuesto, no se puede conseguir prestigio académico con una carrera basada en publicaciones en revistas depredadoras y congresos fantasma, pero sí que se puede hinchar un CV (¿creían ustedes que solo lo hacen algunos políticos?), lo cual puede ser útil para mantenerte en una posición o recibir determinada financiación de algún sitio con el mismo exceso de dinero y carencia de escrúpulos. Seguramente, el prestigio académico está sobrevalorado. Así que, desafortunadamente, nuestro argumento favorito en las conversaciones, ya saben "un estudio del profesor de la Ghetto de la Universidad de Bel Air dice que..." (más gracioso aún es lo que hacen algunos medios: "un estudio de la Universidad de Oxford...", pero ¿de quién en Oxford?) no sirve para nada. Por ejemplo, algunos de los odiadores de guardia de este cuaderno de bitácora, a los que no les gusta que diga que es falsa su teoría de que la física cuántica muestra que la nada cura si está disuelta en agua (homeopatía), me han mandado a veces artículos del profesor Marc Henry, de la Universidad de Estrasburgo. Además de sus líneas de investigación legítimas, este académico ha colaborado en algún caso con homeópatas que publican sus pseudoinvestigaciones en pesudorevistas sostenidas por instituciones de la industria homeopática. Desde niño he tenido una tendencia incurable a perder el tiempo en tonterías inútiles, así que en lugar de, qué sé yo, pedir una hipoteca o aprender a conducir, alguna vez me he dedicado a leer esa basura, por ver qué tipo de "argumentos" se usan. La realidad superó a mi imaginación. Según la teoría de los autores, al aumentar el grado de dilución de un compuesto homeopático, deberían pasar tres cosas, que mostrarían lo que ellos llaman "memoria del agua": disminuir un parámetro llamado T1, disminuir un parámetro llamado T2, aumentar el cociente entre T1 y T2. Así que los autores nos muestran una gráfica con valores experimentales para dos compuestos homeopáticos distintos. ¿Y qué es lo que vemos en la gráfica? Ninguna de las tres cosas anteriores ocurre: los valores fluctúan: a veces aumentan y a veces disminuyen cuando aumenta la dilución. ¿Conclusión? Para cualquier lector, la teoría ha quedado refutada. Pero si tienes que enviar el artículo a una revista llamada "Homeopathy", o sea, la revista de una cosa llamada Facultad de Homeopatía (institución británica que cuenta con el insigne patronazgo del Príncipe de Gales), esa no es una conclusión válida. Así que te inventas un procedimiento para convertir la nube de puntos aleatorios en una recta, y a partir de ahí sigues como si esa recta la hubieras obtenido en el experimento, y no como consecuencia del procedimiento que te has inventado. Total, ¿qué más da? La Facultad de Homeopatía solo necesita justificar su existencia ante gente que no lee artículos científicos, y que miles de semicultos con acceso a Internet tengan un enlace más para poner en las redes solo puede ser positivo para la causa.
Así que, no, la cuestión no es que haya "un artículo que dice...". Un solo artículo no tiene por qué reflejar el estado del mejor conocimiento científico disponible sobre una cuestión concreta. Quizá si en las Matemáticas, donde la estructura de los artículos es simplemente "lema-demostración" o "teorema-demostración", de manera que, salvo error no detectado por los autores, revisores y editores, lo dicho en un artículo es difícilmente discutible (incluso en estos tiempos de "hechos alternativos"). Pero incluso en un campo con tantas matemáticas como la física teórica (mi campo), los artículos suelen ser mucho más que teoremas y demostraciones, y requieren de contextualizaciones e interpretaciones. Y además, también en la física teórica y seguramente cada vez más (debido a la competencia creciente para publicar en las mejores revistas) está el efecto de lo que, si fuéramos cursis y modernos, llamaríamos "hype", que viene a ser "fliparse" demasiado. Un ejemplo de esto es el artículo (de momento solo en el arXiv) "Entrelazamiento entre cubits superconductores y un tardígrado". Una lectura rápida hace que cualquier investigador del campo se dé cuenta de lo que ha contado muy bien el gran Francis Villatoro aquí: el entrelazamiento es entre dos cubits, uno de los cuales tiene un tardígrado encima, igual que podría tener un "boniato rebozado" (como decía un profesor mío y yo le copio ahora en mis clases). Lo único interesante es que el tardígrado sea capaz de resistir las temperaturas tan increíblemente bajas (-273 ºC) a las que funcionan los cubits superconductores. El artículo todavía no ha sido publicado en una revista. Tal vez nunca lo sea, o al menos los revisores obliguen a cambiar el título y las conclusiones demasiado subidas de tono. Ojalá, aunque tampoco es descartable que alguna revista lo publique así, buscando impacto mediático. Pase lo que pase, seguirá habiendo, como ya hay, centenares de sitios de Internet que nos hablen de cómo este experimento muestra efectos cuánticos en seres vivos, y quién sabe cuántas sandeces más. Y habrá quién me ponga esos enlaces por aquí… y a ver cómo les convenzo yo de que no basta con que un artículo diga algo para que sea cierto. (Por supuesto, esto tampoco quiere decir que cualquiera y, sobre todo, de cualquier modo, pueda desacreditar resultados publicados: se requieren conocimientos y método científico). Qué complicado es esto de la ciencia, ¿verdad? Recordemos una vez más que lo auténticamente valioso y especial que nos aporta es el método científico. En todo lo demás hay cantidades variables de fotones y barro, como en cualquier otra actividad humana. (Publicado originalmente en SciLogs el 19/04/22. En la imagen, Geoffrey (Joseph Marcell) como el poeta imaginario Raphael de la Ghetto inventado por Will Smith en la serie "El príncipe de Bel Air”). Sobre Amit Goswami.Hace unas semanas me entrevistaron para una serie de podcasts llamada "Conversaciones con sentido". El entrevistador Xavier Pont me había dicho que había leído mi libro "Verdades y mentiras de la física cuántica" y le había gustado mucho. Yo siempre acepto todas las invitaciones amables, y además me lo suelo pasar muy bien en las entrevistas. Este caso no fue una excepción, a pesar de que las preguntas derivaron hacia un tema que para mí no tiene mayor interés: el supuesto papel de la consciencia en la mecánica cuántica. Como sabrán las dos o tres lectoras cuyos navegadores les redirigen por error a este cuaderno de bitácora, este mito de la física cuántica se basa en un artículo escrito por Wigner en tono especulativo hace décadas, del cual el mismo Wigner renegó más adelante. Hoy no hay un solo investigador en física cuántica que crea que la consciencia hace colapsar la función de onda, a pesar del eco que esta paparrucha tiene en redes sociales y blogs del inframundo. Aunque (o quizá precisamente gracias a que) creo que siempre he sido muy claro sobre este punto en el blog, en el libro y en la propia entrevista (en la que tuve ocasión de declararme por primera vez en público como "completamente materialista", cosa que me hizo mucha ilusión), Xavier insistió por correo electrónico en recomendarme la lectura de "El universo autoconsciente" de Amit Goswami. El motivo sería que, al contrario que otros charlatanes, curanderos y místicos que arrastran por el lodo el sintagma "cuántico", a los que Xavier y yo coincidíamos en criticar, este Goswami sabría de lo que hablaba, ya que entre otras cosas tendría un doctorado. Ingenuamente, ya que jamás había oído hablar de este Goswami, he leído el libro, pensando que efectivamente podía encontrarme con algo diferente. Y desde luego, es diferente. Pero porque es peor. De todos los expendedores de ponzoña intelectual y moral, de todos los escupidores de huesos de aceituna ideológica, los peores y más peligrosos son sin duda aquellos que tienen un doctorado. Si ya advertimos la última vez de que la inteligencia no garantizaba que uno estuviera en lo cierto, ya que la inteligencia era una máquina que podía ponerse a trabajar a favor de la mentira, imagínense un doctorado, ¡para el cual ni siquiera hace falta ser inteligente! Efectivamente, solo alguien con un doctorado puede evacuar un párrafo como este (traducción mía): "¿Tenemos procesamiento de información no local? Podemos defender muy bien la no localidad si aceptamos nuestra espiritualidad. Otro argumento controvertido a favor de la no-localidad es la existencia de experiencias paranormales. Personas a lo largo de los siglos han afirmado tener la capacidad de telepatía, la transmisión de información de mente a mente sin señales locales, y ahora parece haber alguna evidencia científica de ello." Bien, esto es una patochada, y los títulos de quien la diga dan igual: es una mezcla de cosas demostrablemente falsas con otras indemostrables para argumentar a favor de algo que solo puede plantearse en términos científicos. Pero claro, es que la respuesta en términos científicos es: no, no tenemos procesamiento de información no-local, como he explicado muchas veces. Sin embargo, como demuestran decenas de párrafos semejantes a este en el libro, Goswami no tiene mayor interés en la verdad científica, sino en poner de pie una especie de agenda filosófica, política, religiosa y (¡ay!) médica. Efectivamente, si buscamos en Google vemos que Goswami no era en realidad distinto a los vendedores de chatarra averiada de los que hablábamos antes: treinta años después de este libro, y redefinido ahora como "activista cuántico" (adapatación a los tiempos), Goswami sigue dedicado a la manufactura y distribución de crecepelo intelectual: libros, vídeos y (oh, cielos) supuestos títulos de máster y doctorado con precios de varios miles de dólares anuales, expedidos por Quantum Activism Vishwalayan (QAV), institución creada por él mismo y que cuenta con nada menos que cinco (5) profesores. ¿Las materias? "La ciencia cuántica de la salud (medicina intregrativa), la prosperidad (liderazgo empresarial) y la felicidad (psicología transpersonal)" (sic). Pero no se preocupen si no tienen tanto dinero. Por sólo 99 dólares pueden disfrutar de un curso con vídeos llamado "Aprovechando el poder del amor gracias a la nueva física". Pero la cosa aún puede ser peor. Veamos alguna de sus últimas aportaciones intelectuales. El 9 de junio de 2020 firma en su página web, junto con otros dos colegas del QAV, una pieza titulada "La pandemia de coronavirus: el problema y su solución cuántica para salvar la salud y la economía global (parte I)". En ella nos explica que "no existen las enfermades reales; más bien, lo que la medicina establecida llama una "enfermedad" es en realidad un "programa especialmente significativo de la naturaleza" "(esta gran reflexión se la atribuye a un Dr. Ryke Geerd Hamer). Las vacunas no son la solución, ya que "contienen muchas sustancias tóxicas para el cuerpo humano y el cerebro- mercurio, formaldehído, glifosato etc." Las mascarillas "crean un estado de hipoxia", hacen que "la gente se ponga azul y su temperatura aumente hasta llegar al pánico", además se inhalan más sustancias químicas "debido al plástico", lo que hace que "exhales más dióxido de carbono". Por si fuera poco "irritan tu cara y te hacen más susceptible a los patógenos, infecciones, parásitos etc. En resumen: te hacen más vulnerable, no menos". También hay que tener en cuenta el problema de la "tecnología 5G. Hay más de dos mil estudios que nos advierten de los efectos dañinos de estos campos electromagnéticos, que atacan especialmente el corazón, el cerebro y la inmunidad general". ¿Qué hacer entonces? Veamos. Entre sus múltiples consejos figuran: "
¿Es casualidad que sean las mismas personas que propagan y divulgan una visión mística y acientífica de la física cuántica, las que la usan para intentar enriquecerse a costa de la ignorancia, la ingenuidad o la desesperación de los incautos (o sea, potencialmente, todos nosotros)? Juzguen ustedes. (Publicado originalmente en SciLogs el 18/11/21. En la foto, una imagen de “Arsénico por compasión” (Arsenic and old lace), la inolvidable película de Frank Capra de 1944). No se tome lo que le ofrezca Amit Goswami).
No, la medicina cuántica no existeEl gobierno de España, a través de sus ministros de Ciencia y Sanidad, ha anunciado recientemente una "ofensiva" contra las pseudocioencias y las pseudoterapias, que pretende expulsarlas de los centros educativos y sanitarios. De esta forma, leemos en la prensa que, por ejemplo, "los establecimientos públicos o privados que incluyan pseudoterapias no podrán llamarse centros sanitarios". El gobierno sale al paso de datos como los de la última "Encuesta de percepción social de la Ciencia y la Tecnología" encargada por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), que confirman los porcentajes escandalosamente altos de personas que siguen creyendo en la utilidad de falsas terapias como la homeopatía, la acupuntura o la imposición de manos (que ahora se llama reiki), lo cual se traduce en datos aún más preocupantes: en torno al 20% de la población ha usado recientemente pseudoterapias, y de ellos, en torno al 25% lo ha hecho en sustitución de un tratamiento médico real (actividad de alto riesgo, como ya han mostrado estudios recientes, de los que ya nos hicimos eco en este cuaderno de bitácora).
Ojalá sea verdad que se ha acabado la hora feliz en el Bar Posmodernia, y que ya no habrá más barra libre para los curanderos 2.0 en los hospitales y las universidades. Pero el gobierno tiene muchísimo trabajo, ya que estos estafadores brotan como hongos y adoptan gran variedad de formas. Por supuesto, la que nos concierne aquí es su rama "cuántica", de la que ya hemos hablado muchas otras veces. Así, hoy todavía es posible encontrar sitios como un "Quantum Medical Lleida" donde se dice que se practica "Medicina Quántica" (con cu y todo), "Quantum Analyzer-analítica sin agujas" (!), "Quantum SCIO", "Quantum antismoking" (?) y otro montón de cosas quantum. Como siempre, lo mejor es dejar que ellos mismos se expliquen: "La medicina cuántica surgió en Estados Unidos de la mano del físico nuclear Dr.Bill Nelson quién comenzó a aplicar los nuevos descubrimientos de la física cuántica al ámbito de la medicina. A partir de éste momento se crea un protocolo dinámico en el que los procesos de salud, enfermedad y recuperación funcional se refieren a un organismo en contínua adaptación al medio en que se desenvuelve y en el que los procesos biológicos se realizan mediante sistemas de intercambio de información bioeléctrica o "biofeedback" circulantes en los campos de frecuencias electromagnéticas que genera el propio organismo, constituyendo una matríz de información energética que subyace a los procesos vitales. A partir de este descubrimiento, se desarrollaron sistemas de medición de éstas frecuencias que se utilizan para la obtención de un diagnóstico funcional y el tratamiento de los desequilibrios energéticos del cuerpo humano. El quantum scio es un equipo de alta aparatología médica acompañado de un sofisticado programa informático que permite hacer una revisión funcional del organismo, suministrando datos sobre todas las funciones orgánicas y sus niveles de equilibio/desequilibrio-" ¿A que no han entendido nada? Claro, es que nada tiene el más mínimo sentido, ni tampoco "biosentido". Digámoslo una vez más: no hay tal cosa como "medicina cuántica" (sea con ce o con cu), es un concepto inexistente. Más inquietante aún es que la jefa del cotarro presuma de un número de títulos realmente notable, entre los que figura un máster (pseudo) en "Biorresonancia quántica" concedido por una cosa llamada "Fundación de Biofísica aplicada". La pregunta es, ¡oh, ministros!: ¿se podrán seguir concediendo títulos de máster en técnicas inexistentes (y con faltas de ortografía) con los que los curanderos posmodernos puedan seguir intentando revestir de credibilidad a sus chiringuitos pseudocientíficos? ¿Esos chiringuitos podrán seguir llevando palabras como "medical" en su nombre? (Publicado originalmente en SciLogs el 14/12/18). Equiparar ciencia y pseudociencia no es una demostración de humildad.En las discusiones con los defensores de las pseudociencias, pseudoterapias etc. aparece siempre el argumento de la supuesta falta de humildad del científico. Si, por ejemplo, insistes en decir que el agua con azúcar (que ellos llaman homeopatía) no cura, y que de nada sirve invocar la física cuántica para justificarse, porque seguirá sin curar, ellos te acusan de falta de humildad. El argumento es asombroso, ya que, al mismo tiempo que dicen esto, están haciendo un enorme despliegue de falta de humildad intelectual: pretenden decirle a un experto que lleva años estudiando e investigando en física cuántica, que ellos saben más sobre el asunto. De hecho, la ausencia de humildad es el núcleo mismo de su edificio teórico: en la mayoría de los casos, creen haber descubierto una enorme conspiración que ha pasado inadvertida para la mayor parte de los mortales, excepto para unos pocos seres de perspicacia superior, que la han desenmascarado gracias a unas cuantas sugerencias de You Tube y a un bloguero de Tallahassee. Pero no, es el científico el que carece de humildad: ¿cómo se atreve a afirmar, con esa insultante prepotencia, que la tierra no es plana? En realidad, el esfuerzo científico es esencialmente un ejercicio de humildad. Desde los primeros años de estudio, uno tiene que asumir que la verdad científica no tiene que ver con sus intereses, valores y prejuicios personales, sino que es algo que se adquirirá, en el mejor de los casos, después de muchas horas de trabajo. En ese camino, cada pregunta que se resuelve suele servir solamente para que se planteen inmediatamente otras muchas más. Se acaba aprendiendo que ese camino no solo no tiene final, sino que además puede cambiar en cualquier momento. Por un lado, la verdad científica es contingente por naturaleza, y siempre es susceptible de ser ampliada, completada, matizada, corregida. Por otro lado, hipótesis que parecen razonables pueden ser completamente descartadas en un instante por un experimento. Esa es la auténtica naturaleza de la humildad de la ciencia: su sometimiento al método científico. Sin embargo, ese mismo método permite descartar como falsas todas aquellas cosas que contradicen los experimentos. Si el científico no lo hiciera ("bueno, todo apunta a que la tierra es esférica, pero ya saben, en cualquier momento alguien me puede demostrar que es plana, así que ¿quién sabe?") no estaría siendo humilde, sino contribuyendo a la ignorancia y el oscurantismo. Déjenme ser más preciso: el científico debe estar abierto a que en el futuro aparezca una explicación aún más completa sobre la geometría de nuestro planeta. Por ejemplo, si los experimentos confirmaran alguna vez la teoría de cuerdas, eso querría decir que en realidad existen más dimensiones espaciales, sólo que no las vemos porque son muy pequeñitas, de la misma forma que si miramos desde lejos una manguera cilíndrica nos parecerá que es un objeto de una dimensión. Por tanto, supongo que si la teoría de cuerdas fuera correcta, podríamos decir que en realidad la tierra no es exactamente una esfera (¡¨achatada por los polos"!, como nos decían de niños) sino un objeto de diez dimensiones, siete de ellas microscópicas, cuya proyección sobre las tres dimensiones espaciales macroscópicas resulta ser una esfera... De lo que sí podemos estar seguros es de que nunca será plana en esas tres dimensiones, de la misma forma que Clemenceau, según recordaba Hannah Arendt, podía estar seguro de que los historiadores del futuro nunca dirían que Bélgica invadió Alemania al inicio de la Primera Guerra Mundial ("Para ilustrar este punto, y como pretexto para no profundizar en él, recordemos que, al parecer, durante los años veinte, poco antes de morir, Clemenceau mantuvo una conversación amistosa con un representante de la República de Weimar sobre la cuestión de la culpa del estallido de la Primera Guerra Mundial, "En su opinión, ¿qué pensarán los futuros historiadores acerca de este asunto tan problemático y controvertido?", fue preguntado Clemenceau, quien respondió: "No lo sé, pero estoy seguro de que no dirán que Bélgica invadió Alemania". Hannah Arendt en Verdad y mentira en política. Traducción de Roberto Ramos Fontecoba. (Página Indómita 2017)). Es decir, la naturaleza contingente de la verdad científica no impide afirmar con rotundidad y sin falsa humildad que algo es mentira. A mi juicio, todo esto se enmarca dentro de la degradación general de la imagen del científico en la cultura popular. En las películas comerciales modernas, frecuentemente los científicos son descritos como seres arrogantes, vanidosos, insensibles, completamente desconectados de la realidad, muchas veces vendidos a intereses espurios cuya naturaleza no acaban de comprender, a cambio de la promesa de gloria y reconocimiento, que les ciega hasta el punto de que son incapaces de un elemental análisis de los riesgos implicados en la investigación. Los científicos generan todas las catástrofes, "jugando a ser dioses" y solo en unas pocas ocasiones son capaces de arreglarlas hasta cierto punto. (Con un punto de ironía, se lo dice Tony “Iron Man” Stark a Bruce “Hulk” Banner en Vengadores: la era de Ultron (2015): “We're mad scientists. We're monsters, buddy. We've gotta own it. Make a stand.”) ¿Cuándo empezó todo esto? Mi impresión es que no era así en los 70 (en Tiburón el científico era el mejor de los tres personajes principales) ni en los 80 (piensen en el entrañable Doc Brown de Regreso al futuro: sin duda excéntrico y despistado, pero incapaz de hacer daño y muy consciente de los riesgos de los viajes en el tiempo). ¿Tal vez fue en los 90, con Parque Jurásico? Es tentador atribuirle toda la culpa al misticismo posmoderno a la Paulo Coelho, y sin embargo, tal vez la culpa sea de Carl Sagan. Sí, Sagan es admirado por su gran trabajo de divulgador y su defensa del método científico, el escepticismo y el pensamiento crítico. Pero en su novela Contacto de 1985, que llevó al cine el infravalorado Robert Zemeckis en 1997, parece abrazar una visión ambigua en la que el racionalismo de la doctora Ellie Arroway queda al mismo nivel que las extravagancias de Joss Palmer, una suerte de estrafalario predicador (interpretado en la película por Mathew McConaughey, en la época en que se decía que era el nuevo Paul Newman, por lo cual él se dedicaba a lucir sonrisa, viniera a cuento o no. Afortunadamente, despertó de aquel mal sueño años después, a tiempo para hacer Interstellar y True Detective) que, entre otras cosas, cree haber muerto, resucitado y visto la cara de Dios. La crítica a los fanáticos y a la rigidez de las religiones oficiales se combina con una suerte de relativismo cultural en el que viene a parecer que todo vale si se dice de buen rollo. En ese sentido, ni siquiera Sagan consiguió ir más allá de determinados clichés de la cultura popular, y quizá contribuyó a su creación. Nada más lejos de mi intención pretender que los personajes de ficción se ajusten a modelos ideológicos preconcebidos, me gusten estos o no, pero, siquiera por variar, estaría bien que alguna vez los personajes racionalistas no fueran castigados por serlo "demasiado", y no fueran siempre superados por las circunstancias (las cuales, claro, incluyen eventos sobrenaturales que no son capaces de asimilar). Por supuesto, esto puede estar muy bien en las películas, pero el problema es cuando la gente repite esos argumentos sin más en la vida real: por ejemplo, el tópico de "tener la mente abierta", con el que se pretende que aceptes una explicación anticientífica. Puesto que, al contrario que en las películas, nada de lo que sucede en la vida real es sobrenatural, admitir la validez de las explicaciones irracionales y ponerlas en igualdad con las que proporciona el método científico, no es abrir la mente a nada sino, más bien, cerrarla a la realidad. Dicho esto con la máxima humildad, naturalmente. (Publicado originalmente en SciLogs el 04/01/20).
Si uno empieza por permitirse una cita falsa...En el número de abril de 2021 de Investigación y Ciencia, aparece un interesante artículo de los profesores de investigación del Instituto de Física Teórica (IFT, UAM-CSIC) Ángel Uranga y Tomás Ortín titulado "Errores y sensacionalismo en la divulgación científica". En él los autores critican determinados excesos y errores de la divulgación científica actual, situando acertadamente el análisis dentro del marco más amplio de los problemas de desinformación, noticias falsas, posverdad, cámaras de eco etc. de los que tantas veces hemos hablado en este cuaderno de bitácora. Bien está. Sin embargo, en un momento dado los autores se desmarcan con esto: "Como ciudadanos, tememos que se cumpla la advertencia de Juan Goytisolo: "se empieza aprobando errores y se acaba siendo condescendiente con los horrores" " y más adelante volvemos a leer: "Sin llegar a los bulos y la desinformación (los "horrores" de Goytisolo)". Pues bien ¿y cuándo escribió o dijo eso Juan Goytisolo? Intentando encontrar la referencia he llegado a una entrevista de 1988 en El País en la que el escritor dice lo siguiente: "[...] como dijo Maxime Rodinson en una frase admirable, los intelectuales "empiezan aprobando errores y terminan aprobando horrores"" No he sido capaz de acreditar que el historiador francés dejara efectivamente dicho o escrito algo parecido, pero parece claro, en cualquier caso, que no estamos ante una frase "de Goytisolo". Ya puestos, creo que habría sido mucho mejor recordar a Thomas de Quincey (en Del asesinato considerado como una de las bellas artes, traducción de Luis Loayza, Alianza Editorial (2006)): "Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron importancia en su momento. Principiis obsta: tal es mi norma". Pues eso. Principiis obsta, que es de Ovidio. (Publicado originalmente en SciLogs el 09/04/21. Retrato de Thomas de Quincey por Sir John Watson-Gordon de la National Portrait Gallery de Londres).
Un curso de verano muy poco recomendable Eulalia Valldosera es "artista y medium". Según su propio diagnóstico "ve con los ojos cerrados y escucha voces fluir desde otras dimensiones". Esto no le impide afirmar que no sólo hace arte, sino también "sanación de personas y espacios", ya que el propósito de su arte no es otro que "sanar miedos que de antiguo asolan a la humanidad", ni más ni menos. Tal vez esto explique la descripción de su trabajo: "se articula en torno al fenómeno lumínico y sigo enfocada en este fenómeno perceptivo -que en su aspecto físico penetra el psíquico". O dicho en el lenguaje poético que recomendaba Mairena: "hago cosas con luz". Les ahorro el resto, porque se lo pueden imaginar: el "cambio de paradigma", la falsa cita de Borges, el abuso de terminología científica, la vaga alusión a falsos efectos sobre la salud, culminando en unos balbuceos sobre lo difícil que es ponerle una etiqueta a su profesión:
"artista? canalizadora? sanadora? escritora? poeta? chamana? visionaria? artesana? curadora? actora? … tal vez curatriz, o curactriz?…corresponsal del matriz!" donde vemos claramente su acusada vena literaria, que la sitúa en algún lugar del camino que separa a James Joyce de Paulo Coelho. Esta especie de aprendiz de profesora Trelawney lo tendría difícil para entrar en Hogwarts, pero en cambio ha encontrado cobijo en la Universidad Complutense de Madrid, gracias a la colaboración del Dr. Ricardo Horcajada González, quien le ha organizado el siguiente curso de verano: "Dibujo y energía. Arte, mística y cuántica: teorías y prácticas", con el que sin duda se cubren de gloria él y la institución. El curso estaría dirigido a: "Personas que tienen, o no, el hábito aprendido del dibujo, ya que su desarrollo es aplicable a toda disciplina que necesite visualización y una mente proyectual. Una metodología diseñada para desarrollar nuestro potencial intuitivo y aplicarlo al propio crecimiento vital, profesional, tanto en la esfera artística como en la analítica, en pos de una comprensión de la vía mística como herramienta integradora de las artes que propicia soluciones con los temas vitales que se nos plantea actualmente el colectivo." Ya ven, está dirigido a cualquiera que pague. Entre sus objetivos tenemos: "Un viaje individual y colectivo planteado como un rescate de nuestra esfera intuitiva que a menudo vive distorsionada bajo programas, creencias o traumas. La práctica del dibujo, el conocimiento de las fuerzas del color, contribuyen a desvelar nuestras pautas de comportamiento ante el espacio del papel y de la vida. Se compartirán una serie de herramientas, visibles e invisibles, para entrar en contacto con nuestro cuerpo energético o vibratorio, con los saberes de la mística y sus paralelos en el lenguaje de la física de partículas." Pero como igual no colaba esto de mencionar la física de partículas en un curso de dibujo, hay que aplicar la "doctrina Shaw" y meter explícitamente la palabra cuántica, con la imprescindible ayuda del calzador: "Aplicaremos los principios de la física cuántica para entender la interdimensionalidad y aprender a acceder a las diversas voces que acunan nuestros procesos vitales básicos. Nos acercaremos a la naturaleza practicando al aire libre y estudiaremos las experiencias de artistas y sanadores que han cultivado las artes visuales en sus respectivos campos entrelazados, aprendiendo, junto a ellos, a dirigir los propios procesos internos, con el fin de que cada uno acceda a sus verdaderos dones o capacidades únicas." A lo mejor todo este mejunje todavía no le ha convencido a usted para pasar por caja. Es preciso engañar abiertamente y aludir explícitamente a los falsos efectos beneficiosos que esto tendrá sobre su salud: "Arte y sanación van de la mano en este espacio pensado para todo tipo de profesionales: somos seres creativos, sean cuales sean nuestros objetivos y las formas que elegimos." Un punto a favor es que el programa no parece muy duro, o tal vez sí, dependiendo de lo que sea el "anclaje de la burbuja energética", o lo doloroso que pueda resultar la "apertura y cierre de nuestra aura para su reprogramación". Pero imagino que esto se puede compensar con la imprescindible sesión de meditación de cada día y las no menos imprescindibles salidas al monte para las "prácticas energéticas con el ser del árbol" y al monasterio de El Escorial, que lo bueno es que pilla cerca. Hasta estoy tentado de acudir a ver exactamente de qué va la charla "La cuántica y sus aplicaciones intencionales mediante la visualización", que tiene una pinta sublime. ¡Qué vergüenza, mi querida "Complu"! ¿Servirá este desastre para que alguien revise mejor los contenidos de los cursos de verano la próxima vez? (Publicado originalmente en SciLogs el 22/06/2018). No, la física cuántica no cura... y menos a distancia.Ya habrán leído ustedes que Einstein «no creía» en la física cuántica. Lo que tal vez no hayan pensado tanto es que murió en 1955, cuando eso era todavía una posibilidad. Ahora mismo, tras las montañas de experimentos basados en la violación de las desigualdades de Bell, la física cuántica no es una cuestión de fe, sino de respetar la verdad científica. Negar hoy la física cuántica le colocaría a uno en el mismo saco (o uno peor) que los que niegan el calentamiento global o los que creen que las vacunas causan autismo y los transgénicos cáncer. Por eso resulta tan injusto seguir insistiendo en que Einstein se equivocaba en esto (como leemos una y otra vez en tantos titulares de prensa cada vez que aparece un nuevo experimento confirmando las predicciones cuánticas): sencillamente, Don Alberto no tenía la misma información que tenemos ahora y no sabemos cuál sería su actitud en la actualidad. Sin embargo, los divulgadores tendemos a seguir tirando de sus frases de entonces, ya convertidas en clichés obsoletos como lo de que "Dios no juega a los dados" (cuando todo parece indicar que es adicto al póquer) o lo de la célebre "spooky action at a distance" (digamos "acción a distancia que da miedo", a falta de una mejor traducción para spooky), con la que Einstein se refería al entrelazamiento cuántico. Hoy sabemos con certeza que no hay ninguna acción a distancia implicada en este fenómeno, pero la frase sigue dando vueltas a la red sin ningún control, mezclada con el batiburrillo habitual en estos temas, tan lleno de gatos y mundos paralelos. Como hemos dicho otras veces, ése es el problema de las palabras: una vez que las sueltas, ya no te pertenecen, y pueden acabar en manos de cualquiera... Y esto no sería tan grave, si no hubiera tantos desaprensivos sin escrúpulos. Vean, por ejemplo, este sitio, uno de los muchos dedicados a la estafa de las pseudoterapias "cuánticas"; en este caso concreto, la llamada "terapia SAAMA". Esta paparrucha se la debemos a un Veturián Arana, quien, cansado de evacuar libros de poemas y fotografía, decidió un día crear una terapia que tuviera las características que a él le parecieron más oportunas, como él mismo dice sin demasiado rubor en su sitio web. Algunas de esas características son, abróchense los cinturones: "2- Que se pudiera aprender en un fin de semana y no en meses o años. 3- Que no fuera necesario tener conocimientos previos, solo saber leer." Naturalmente, que uno tenga que estar años estudiando para poder curar a los demás es una cosa pesadísima, y cuando uno llega a cierta edad, la cosa debe de dar pereza. Así, como nos explica su feligrés y nada menos que "terapueta SAAMA 2.0" Ignacio de la Cuesta, estamos ante una "técnica de sanación bioenergética y cuántica de gran poder". Por supuesto, aquí pueden ver una nueva aplicación del "test de Shaw" del que hablé hace poco, pero también de otra propiedad común de las estafas pseudocientíficas, que llamaremos "conmutativa". Efectivamente, si cambiamos "bioenergética y cuántica" por "biocuántica y energética" e incluso "biocuantoenergética", esta frase sigue significando lo mismo (o sea, nada). Pero resulta que la cosa lo mismo vale para un roto que para un descosido, porque "con SAAMA se puede mejorar cualquier cuestión relacionada con la salud", y además vale para niños, ancianos, mascotas e incluso ¡lugares! Justificar esta última característica naturalmente plantea el problema de que la terapia tiene que funcionar "a distancia" e incluso sin que el sujeto (que puede ser un lindo gatito o la cocina de usted) se entere. ¿Y esto último cómo se puede justificar? Pues claro, hombre, ¡con la física cuántica! Al fin y al cabo, en la física cuántica hay acción a distancia, ¿no? Lo decía Einstein y tal, ¿vale? Pues miren, no. En la física cuántica no hay ningún mecanismo de acción a distancia, así que ¿por qué no se buscan otra cosa para justificar sus timos? O mejor aún, ¿por qué no dejan de engañar a la gente? ¿No se dan cuenta de que si le dicen a la gente que se va a curar de cualquier cosa ("cualquier cuestión relacionada con la salud": incluido el cáncer, ¿verdad?) con sus métodos, y les creen, la gente podría abandonar el tratamiento que sí podría curarles? Ustedes sí que son "spooky", ustedes sí que dan miedo. (Publicado originalmente en SciLogs el 12/11/18).
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AutorCarlos Sabín. Investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2015 hasta 2022 escribí el blog "Cuantos Completos" en la plataforma SciLogs de la revista "Investigación y Ciencia". Autor de "Verdades y mentiras de la física cuántica" amzn.to/3b4z1MO y "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos" http://shorturl.at/bdLN0 Archivos
February 2024
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