Un estudio reciente pone a prueba tres estrategias distintas para reducir la creencia en teorías conspirativas.En una encuesta realizada en marzo de 2013 a 1247 votantes estadounidenses registrados, el 37 % de los encuestados aseguraron creer que el calentamiento global era un invento, mientras que otro 12 % no estaban seguros. El 20 % creía que existe una conexión entre las vacunas y el autismo, y nada menos que el 46 % no estaba seguro. Son sólo dos ejemplos: los hay más ridículos, pero estos son quizá los dos más peligrosos. Cuatro años después, es probable que estos números hayan sido reforzados por las cámaras de eco de las redes sociales y sean aún mayores. No en vano estamos en la era de la posverdad, y contamos ya con el primer presidente conspiranoico. Es sabido que los intentos de desenmascarar estas teorías tienen muy poco efecto entre los muy convencidos, y pueden incluso resultar contraproducentes, como ya comentamos aquí. Pero quizás ¿hay algo que se pueda hacer para evitar su propagación y reducir su impacto? Esto es lo que han intentado contestar con cierto rigor científico un grupo de investigadores húngaros y franceses en un artículo publicado recientemente en la revista Frontiers in Psychology. En el estudio, un grupo de 813 húngaros reclutados por Internet fue sometido a escuchar una grabación en la que se exponía una teoría de la conspiración con los elementos habituales: los judíos, los banqueros, el imperio financiero y le Unión Europea, todos aliados contra el valiente y sufrido pueblo húngaro. Tras esta tortura, se les entregó un cuestionario que servía para evaluar su grado de aceptacíon respecto a lo que habían oído, así como algunas de sus percepciones sobre el orador. Los participantes estaban divididos en cuatro grupos, y cada uno de ellos fue sometido entonces a una "cura" diferente para su conspiranoia: el grupo de control simplemente escuchó un texto sobre el pronóstico del tiempo, pero los otros tres escucharon grabaciones con tres estrategias distintas: la racional, en la que sencillamente se daban argumentos para demostrar la falsedad de lo que habían oído; la "ridiculizadora", en la que se realizaba una mofa de las teorías de la conspiración y sus creyentes; y finalmente, la estrategia "empática", en la que se intentaba que los oyentes se apiadaran de los individuos injustamente acusados como conspiradores ("si nos pinchan, acaso no sangramos", etc). Tras ello, se les volvió a entregar el mismo cuestionario. ¿Qué estrategia creen que resultó más efectiva? Estoy seguro de que muchos lectores se inclinarían a priori por la última opción: hoy en día está de moda recetar "falta de empatía" ante cualquier problema y prescribir una cura a base de "memes" con citas (falsas o no) de cierto escritor brasileño. Pero lo bueno de los experimentos es que nuestros prejuicios son irrelevantes. Lo que mostraron los datos es que la estrategia empática fue la menos efectiva, casi indistinguible del grupo de control. La más efectiva fue la racional, seguida de cerca por la ridiculizadora. Además, parece haber una relación entre el éxito de la estrategia y la percepción que tiene el oyente de la inteligencia y competencia de aquel que está intentando desmontar la teoría conspirativa. Es tentador extraer de esto último una conclusión: ¿no será que el desprestigio permanente tanto del pensamiento analítico ("era frío y calculador", "la fría estadística", "lo que no reflejan los números", etc.) como de los propios científicos (desde el ya tópico personaje de "científico loco" en las películas infantiles hasta su versión adulta, ese señor intenso y solitario que escribe con rotulador en un cristal, pasando por los extraños debates sobre temas científicos) hace que luego nadie les haga caso cuando dicen que el calentamiento global es una realidad, las vacunas no causan autismo, el wifi no da alergia y los transgénicos no matan?
(Publicado originalmente en SciLogs el 21/02/17).
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AutorCarlos Sabín. Investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2015 hasta 2022 escribí el blog "Cuantos Completos" en la plataforma SciLogs de la revista "Investigación y Ciencia". Autor de "Verdades y mentiras de la física cuántica" amzn.to/3b4z1MO y "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos" http://shorturl.at/bdLN0 Archivos
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