No, la NBA no es cuántica.No digan que no lo hemos advertido. Desde el momento de su creación, el Observatorio de metáforas sobre la física cuántica ha venido avisando en sus informes periódicos de una epidemia de metáforas, paralelismos, analogías etc. que se expandía a gran velocidad por las columnas de prensa, los artículos de fondo, las series de televisión, las películas... por todas partes. Que si el gato, que si Schrödinger, que si esto o lo otro. Puede que ustedes hayan creído que la cuestión se solucionaría por sí misma, que los metafóricos o sus lectores se acabarían aburriendo de semejante tabarra, que tirar de lo cuántico por enésima vez para hilar textos dejaría de ser molón para convertirse en un soberano aburrimiento. O tal vez que el problema se podría acotar, dejándolo aislado en las capas menos relevantes, más inofensivas, de la sociedad. ¡Ah, pero eso era una ingenuidad, amigos míos! En el Observatorio sabíamos que sólo era cuestión de tiempo, y finalmente ha sucedido: las metáforas cuánticas han alcanzado a lo más sagrado, al pilar más básico de nuestra sociedad, es decir, la NBA. Efectivamente, sufridos lectores, por si no fuera suficiente con esta temporada extraña, que empieza casi en Navidad, que tendrá menos partidos, que terminará casi cuando empiecen los Juegos Olímpicos, que se juega en pabellones semivacíos y con continuas bajas, la televisión española que emite los partidos ha tenido a bien promocionar la competición de este 2021 con el siguiente latiguillo: "La NBA es cuántica: desafía la lógica". ¡Toma ya! De tanto repetirlo, nos lo hemos acabado creyendo. ¿La física cuántica desafía la lógica? Bueno, a lo mejor estamos exagerando un poco. Puede que desafíe nuestra intuición, basada en la física que observamos todos los días, la de cuerpos grandes y lentos: pelotas que suben y bajan, tiros parabólicos, saltos para hacer mates, gatos que erizan el lomo y mueven la cola, vídeos de gatos... Ya saben, física clásica. Pero nuestra intuición no está tanto basada en la lógica como en nuestros prejuicios (esos que de manera ligeramente supersticiosa llamamos "sentido común"). Si lo pensamos un poco más ¿por qué debería un electrón, que es tan pequeñito que lo podemos considerar puntual y que tiene una masa de 0,0000000000000000000000000009 gramos, comportarse de la misma forma que un señor de dos metros de altura y cien kilos de músculo, con todos sus tatuajes y su corte de pelo futurista? ¿No será más lógico que el señor y el electrón tengan propiedades distintas, y por tanto, necesitemos un conjunto distinto de reglas y ecuaciones para describirlos? Tal vez. En cualquier caso, podemos estar tranquilos, porque la NBA no es cuántica en absoluto. El lema publicitario ha venido acompañado de un vídeo que solo dura 35 segundos, pero que se nos hace eterno (y no, no por efectos de la relatividad especial) y cuyos daños perduran por mucho más tiempo, una vez que se ha visto. Así, el vídeo proclama que: "Cuanto todas las posibilidades de la realidad existen a la vez, se llama física cuántica. Cuando todo puede pasar en un campo de baloncesto se llama NBA". Hay que señalar que cuando se dice la palabra "cuántica" se oye una especie de eco distorsionado (cuántica, cuántica) por motivos que no he conseguido desentrañar todavía, pero que tal vez tengan que ver con algún desafío a la lógica también. No esto muy seguro que eso de que "todo puede pasar" sea una propiedad muy positiva, pero seguramente es tan poco cierto como la otra parte, eso de que "todas las posibilidades de la realidad existen a la vez". De verdad, no exageremos tanto: un electrón, en ocasiones, puede estar en un estado en el que sus propiedades no están completamente definidas: por ejemplo, su espín puede tener una cierta probabilidad de tomar dos valores distintos. Decir que eso significa que el electrón tiene a la vez dos valores distintos del espín está prohibido por los experimentos basados en las desigualdades de Bell, que muestran que en esos estados no se puede atribuir un valor definido a una propiedad antes de medirla. Y después de medirlo, el espín pasa a tener un valor bien definido. Y a "la realidad" todo esto le da un poco igual, francamente. El vídeo ¡ay! sigue: "Luka Doncic es a la vez pívot, base y escolta". De verdad, ¿ni siquiera podían haber dejado tranquilo a nuestro Luka, con lo joven y majete que es? En este caso, a los argumentos físicos del párrafo anterior se añade que la frase es discutible también desde el punto de vista baloncestístico (es cierto que el juego está cambiando mucho, pero me cuesta ver a Doncic de pívot). La caída continúa:
"Stephen Curry transmite la información más rápido que la luz" Pues vale, pues entonces Don Stephen será un taquión, esa partícula hipotética que tanto gusta en la ciencia ficción y que nunca hemos visto en la naturaleza, pero no, no y no, no será física cuántica, porque en la física cuántica nada viaja más rápido que la luz. Como hemos explicado tantas veces, este mito viene de las explicaciones fantasiosas, sensacionalistas y equivocadas del entrelazamiento cuántico que nos solemos encontrar por ahí. Y finalmente: "Cuando el monstruo coge el balón puede pasar cualquier cosa" El monstruo es el bueno de Lebron James. Sobre la pantalla aparece vagamente sobreimpresionada la fórmula matemática que expresa el principio de incertidumbre de Heisenberg. Para tranquilidad de todos diré que el principio de incertidumbre no dice que pueda pasar cualquier cosa, sino que nos advierte que el precio a pagar por determinar completamente una propiedad de un sistema en física cuántica (por ejemplo, la posición) es que otra propiedad queda completamente indeterminada (por ejemplo, la velocidad). Por lo demás, no pasarán tantas cosas: solo las que permita la ecuación de Schrödinger. Los muchos fans de Lebron también pueden estar tranquilos: en realidad, cuando va hacia el aro sólo pueden acabar pasando tres cosas: canasta, falta o canasta y falta. (Y no, este Observatorio no va a dar el mal ejemplo y no va a caer en la tentación de hacer una metáfora cuántica con esta última frase). Olviden este anuncio, por favor, y disfruten del espectáculo. (Publicado originalmente en SciLogs el 22/01/21).
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AutorCarlos Sabín. Investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2015 hasta 2022 escribí el blog "Cuantos Completos" en la plataforma SciLogs de la revista "Investigación y Ciencia". Autor de "Verdades y mentiras de la física cuántica" amzn.to/3b4z1MO y "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos" http://shorturl.at/bdLN0 Archivos
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