En recuerdo de Stephen W. Hawking (1942-2018) En su última y momumental novela, "4 3 2 1" el gran Paul Auster nos cuenta (con brillante "montaje" en paralelo) cuatro versiones alternativas de la vida de un mismo personaje, llamado Fergusson. De esta manera, se hace más explícita que nunca la eterna obsesión de Auster sobre cómo el azar moldea nuestras vidas. En el libro hay muertes, incendios, robos, sucesos importantes que dejan una huella obvia en los distintos Fergussons, bifurcando irreversiblemente sus vidas. Sin embargo, mi impresión es que Auster hace también hincapié en otras cosas a primera vista más nimias: los libros que lee cada Fergusson, la música que escucha, las películas que ve, las personas que en algún momento le apadrinan intelectualmente. ¡Qué ingenuo el maestro Auster!, ¿no? Aún cree que la cultura puede salvar a las personas, y así cambiar el mundo. Creo que nunca he sido un físico de esos que se dicen "de vocación". Quiero decir que nunca fui un pequeño Sheldon Cooper, que es como imagino a muchos de mis colegas cuando eran niños y adolescentes. No destripaba aparatos, ni miraba las estrellas con un telescopio, ni realizaba experimentos (dejando a un lado los exclusivamente baloncestísticos). Sin embargo, recuerdo bien una actividad en clase de Lengua, cuando yo tenía unos 11 o 12 años. La profesora nos propuso hacer una entrevista a alguien. Naturalmente, todos buscábamos a alguien de la familia o del entorno más cercano, y le preguntábamos por cosas a las que se dedicaba, o sobre las que sabía mucho. Yo escogí a mi hermano mayor, que deduzco que tendría entonces 17 o 18 años. Por aquel entonces, él andaba leyendo "Breve historia del tiempo", en la célebre edición de bolsillo de la editorial Crítica, con su portada naranja y la foto de Hawking en silla de ruedas, todavía en un estado de la enfermedad no tan avanzado, la camisa de cuadros, la legendaria mirada centelleante escondida tras unas gafas anacrónicas. (¿Dónde estará aquella edición? Tal vez se ha perdido en nuestras mudanzas por el mundo. Yo ahora tengo una más grande e ilustrada, ya en la revisión que hizo años después y llamó "Brevísima historia del tiempo") Así que el tema de mi entrevista fue "La teoría de la relatividad", y mi hermano contestó a mis preguntas sobre la velocidad de la luz, los viajes en el tiempo, qué sé yo. Creo que mi profesora de Lengua no se enteró de gran cosa, y quién sabe qué fue lo que entendí yo: lo suficiente, al menos, para que años después cuando el profesor de Matemáticas de 3º de BUP preguntara cuántas dimensiones existían y todos mis compañeros contestaran "tres", yo levantara la mano y dijera con seguridad "cuatro". "¿Y cuál es la cuarta?" "El tiempo". Tampoco es que aquello me decidiera a estudiar Física. De hecho, estuve a punto de estudiar Filosofía. Y creo que no entendí del todo que había tomado una buena decisión hasta la primera clase de Física Cuántica, ya en tercero, con el profesor Guillermo García Alcaine, quien empezó explicándonos el experimento de la doble rendija. Infectado desde entonces por esa parte de la física, acabé investigando en Información Cuántica, un campo que, en principio, tiene poco que ver con el de Hawking. En cambio ahora, cuando todos aseguran que el profesor Hawking ha muerto y parece que no queda más remedio que creerlo, miro hacia atrás y veo que no siempre pude escapar del poderoso campo gravitacional generado por su enorme agujero negro intelectual.
En la asignatura de "Agujeros negros y Relatividad General avanzada" del profesor Luis Garay, en el máster de Física Teórica, yo presenté un trabajo sobre el problema de la información en los agujeros negros, descubierto por Hawking. (Por cierto, tengo el trabajo, si me lo piden). Más adelante, he acabado investigando en el campo de las simulaciones experimentales de teoría cuántica de campos en espacio-tiempo curvo, un campo en el que el resultado más importante es probablemente la simulación de la radiación Hawking (su resultado más famoso, y que es muy díficil de observar directamente en agujeros negros reales. De hecho, hasta el momento la radiación Hawking de auténticos agujeros negros nunca ha sido observada, pero precisamente, sí se ha podido observar en experimentos con "análogos" de un agujero negro real: por ejemplo, agujeros negros acústicos en condensados de Bose-Einstein; gracias, por cierto, a trabajos de Luis Garay, entre otros). De hecho, yo he propuesto experimentos similares para simular agujeros de gusano, en lugar de agujeros negros, como he contado aquí y aquí. Y en esas propuestas, he especulado con la aparición de un análogo del "mecanismo de protección de cronología", un mecanismo conjeturado por Hawking, según el cual habría efectos cuánticos que impedirían la construcción de una máquina del tiempo. Recuerdo que vi "The theory of everything" (La teoría del todo), la estupenda película sobre la vida de Stephen y su primera mujer Jane, en un cine de Nottingham (Reino Unido). En aquella sesión, varias personas en silla de ruedas estaban en la primera fila. Hawking fue una inspiración para ellos, como lo fue para varias generaciones de físicos: cerebro libre que nada, ni siquiera un cuerpo en descomposición, fue capaz de encerrar jamás. (Publicado originalmente en SciLogs el 20/04/18).
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AutorCarlos Sabín. Investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2015 hasta 2022 escribí el blog "Cuantos Completos" en la plataforma SciLogs de la revista "Investigación y Ciencia". Autor de "Verdades y mentiras de la física cuántica" amzn.to/3b4z1MO y "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos" http://shorturl.at/bdLN0 Archivos
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