Cuando vean que alguien abusa de la palabra "cuántica", llévense la mano a la cartera. En los años 30 del siglo pasado, George Bernard Shaw escribió una sátira política llamada Geneva (Ginebra), en la que, entre otros personajes, aparecen los dictadores Bombardone, Battler y Flanco de Fortinbras sometidos a juicio en un peculiar tribunal internacional. En el último acto, el juez recibe una llamada en la que se le informa de que la órbita de la Tierra está a punto de saltar al siguiente "cuanto", que estaría millones de kilómetros más lejos del Sol, y, por tanto, la humanidad está condenada a desaparecer. El representante de la Sociedad de Naciones sabe de sobra que esto es un disparate, pero cree conveniente seguir el juego, lo cual no le cuesta ningún trabajo, ya que todos dan por cierta esta información. Como explica al final de la obra (traduzco libremente del original en inglés): "No tienes más que mencionar la teoría cuántica y la gente tomará tu voz por la voz de la ciencia y se creerá cualquier cosa". Dicen que nuestros tiempos se parecen peligrosamente a aquellos, y la verdad es que parece haber mucha gente que se ha tomado en serio el consejo irónico del personaje de Shaw. Qué duda cabe que la palabra "cuántica" es muy molona y te puede sacar de muchos apuros. Supongamos por ejemplo que te llama el suplemento cultural del principal diario del país para escribir un panegírico sobre Carl Jung, en tu calidad de "ensayista, astrofísico y doctor en filosofía sánscrita". Mientras escribes te das cuenta de que no puedes evitar la cuestión de la enorme cantidad de patochadas en las que creía Jung, como, por ejemplo, la "sincronicidad". ¿Qué haces? Te acuerdas de Shaw y largas: "Como en la mecánica cuántica, entonces en ciernes, la sincronicidad supone un cuestionamiento radical de las concepciones tradicionales del espacio y el tiempo, hace posible que en lugares distantes aparezcan los mismos símbolos o estados psíquicos de manera simultánea. Algo que no es raro de observar en situaciones arquetípicas como la muerte." De sobra sabes que la validez de esta frase no es mayor que la de una combinación aleatoria de sintagmas seleccionada por ordenador, pero como lleva la palabra mágica, piensas que igual cuela. Y sí.
Lo malo es cuando la palabra mágica cae en manos de desaprensivos que no tienen problema en aprovecharse de la ignorancia para hacer caja. Yo he hecho un pequeño experimento. He tecleado en Google la palabra mágica "cuántica". (Desafortunadamente, este experimento no se puede replicar: los resultados de las búsquedas de Goolgle dependen de quién haga la búsqueda, mecanismo perverso que sirve para confirmar nuestros prejuicios mientras creemos que (¡ay!) nos informamos o (glups) "investigamos", pero de eso ya hablaremos otro día). Pues bien, la tercera entrada (tras el artículo de la Wikipedia y uno de la revista Quo) me lleva a Mantra.com.ar donde un Lic. Roberto Ávila tiene a bien infligirnos una pieza titulada "¿Qué es la física cuántica". En ella nos encontramos con borborigmos intelectuales tales como: "El átomo no es una cosa. Son tendencias", "Los seres humanos somos parte de esa cuántica", "El pensamiento que nosotros emitimos vuela como moléculas que van al aire. Una de ellas se hace realidad creada por nosotros mismos", "La realidad es un número "n" de ondas", "La radiofrecuencia es un paquete de información inteligente que viene del universo"... Y me disculparán que dejara de leer a partir de aquí. El Lic. tiene la generosidad de proporcionarnos un enlace a su Instituto Crisol de Ciencias Ónticas y Transpersonales, que como se habrán imaginado, se dedica al Coaching Transpersonal con Memorias Cuánticas, entre otras cosas. Se nos aclara que se dan "títulos privados, no oficiales" (pero títulos, oiga, con diploma y todo, como debieron de pensar los diez individuos que aparecen en la foto, orgullosos alrededor de su Lic.). Los cursos, que incluyen materias que van desde "Mandala, la cuadratura del círculo" hasta "Chakragrama. Memorias cuánticas", pasando por "Causas ónticas de las enfermedades", entre otras muchas, pueden ser presenciales o a distancia, y en cualquier caso se nos facilitan cómodos medios de pago para soltar los 1170 dólares de rigor. Podría ser hasta gracioso, si jugar con la ignorancia y los sentimientos de la gente no fuera tan peligroso. Cuando alguien abuse de la palabra mágica, llévense la mano a la cartera. ¿Quieren saber cuál era la cuarta entrada? Pues un vídeo de YouTube con 2.625.429 visualizaciones, donde se explica que la "física cuántica demuestra la existencia de la conciencia"... ¡Oh, cuántica! ¡Oh, humanidad! (Publicado originalmente en Scilogs el 22/03/2017)
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AutorCarlos Sabín. Investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2015 hasta 2022 escribí el blog "Cuantos Completos" en la plataforma SciLogs de la revista "Investigación y Ciencia". Autor de "Verdades y mentiras de la física cuántica" amzn.to/3b4z1MO y "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos" http://shorturl.at/bdLN0 Archivos
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