No, la NBA no es cuántica.No digan que no lo hemos advertido. Desde el momento de su creación, el Observatorio de metáforas sobre la física cuántica ha venido avisando en sus informes periódicos de una epidemia de metáforas, paralelismos, analogías etc. que se expandía a gran velocidad por las columnas de prensa, los artículos de fondo, las series de televisión, las películas... por todas partes. Que si el gato, que si Schrödinger, que si esto o lo otro. Puede que ustedes hayan creído que la cuestión se solucionaría por sí misma, que los metafóricos o sus lectores se acabarían aburriendo de semejante tabarra, que tirar de lo cuántico por enésima vez para hilar textos dejaría de ser molón para convertirse en un soberano aburrimiento. O tal vez que el problema se podría acotar, dejándolo aislado en las capas menos relevantes, más inofensivas, de la sociedad. ¡Ah, pero eso era una ingenuidad, amigos míos! En el Observatorio sabíamos que sólo era cuestión de tiempo, y finalmente ha sucedido: las metáforas cuánticas han alcanzado a lo más sagrado, al pilar más básico de nuestra sociedad, es decir, la NBA. Efectivamente, sufridos lectores, por si no fuera suficiente con esta temporada extraña, que empieza casi en Navidad, que tendrá menos partidos, que terminará casi cuando empiecen los Juegos Olímpicos, que se juega en pabellones semivacíos y con continuas bajas, la televisión española que emite los partidos ha tenido a bien promocionar la competición de este 2021 con el siguiente latiguillo: "La NBA es cuántica: desafía la lógica". ¡Toma ya! De tanto repetirlo, nos lo hemos acabado creyendo. ¿La física cuántica desafía la lógica? Bueno, a lo mejor estamos exagerando un poco. Puede que desafíe nuestra intuición, basada en la física que observamos todos los días, la de cuerpos grandes y lentos: pelotas que suben y bajan, tiros parabólicos, saltos para hacer mates, gatos que erizan el lomo y mueven la cola, vídeos de gatos... Ya saben, física clásica. Pero nuestra intuición no está tanto basada en la lógica como en nuestros prejuicios (esos que de manera ligeramente supersticiosa llamamos "sentido común"). Si lo pensamos un poco más ¿por qué debería un electrón, que es tan pequeñito que lo podemos considerar puntual y que tiene una masa de 0,0000000000000000000000000009 gramos, comportarse de la misma forma que un señor de dos metros de altura y cien kilos de músculo, con todos sus tatuajes y su corte de pelo futurista? ¿No será más lógico que el señor y el electrón tengan propiedades distintas, y por tanto, necesitemos un conjunto distinto de reglas y ecuaciones para describirlos? Tal vez. En cualquier caso, podemos estar tranquilos, porque la NBA no es cuántica en absoluto. El lema publicitario ha venido acompañado de un vídeo que solo dura 35 segundos, pero que se nos hace eterno (y no, no por efectos de la relatividad especial) y cuyos daños perduran por mucho más tiempo, una vez que se ha visto. Así, el vídeo proclama que: "Cuanto todas las posibilidades de la realidad existen a la vez, se llama física cuántica. Cuando todo puede pasar en un campo de baloncesto se llama NBA". Hay que señalar que cuando se dice la palabra "cuántica" se oye una especie de eco distorsionado (cuántica, cuántica) por motivos que no he conseguido desentrañar todavía, pero que tal vez tengan que ver con algún desafío a la lógica también. No esto muy seguro que eso de que "todo puede pasar" sea una propiedad muy positiva, pero seguramente es tan poco cierto como la otra parte, eso de que "todas las posibilidades de la realidad existen a la vez". De verdad, no exageremos tanto: un electrón, en ocasiones, puede estar en un estado en el que sus propiedades no están completamente definidas: por ejemplo, su espín puede tener una cierta probabilidad de tomar dos valores distintos. Decir que eso significa que el electrón tiene a la vez dos valores distintos del espín está prohibido por los experimentos basados en las desigualdades de Bell, que muestran que en esos estados no se puede atribuir un valor definido a una propiedad antes de medirla. Y después de medirlo, el espín pasa a tener un valor bien definido. Y a "la realidad" todo esto le da un poco igual, francamente. El vídeo ¡ay! sigue: "Luka Doncic es a la vez pívot, base y escolta". De verdad, ¿ni siquiera podían haber dejado tranquilo a nuestro Luka, con lo joven y majete que es? En este caso, a los argumentos físicos del párrafo anterior se añade que la frase es discutible también desde el punto de vista baloncestístico (es cierto que el juego está cambiando mucho, pero me cuesta ver a Doncic de pívot). La caída continúa:
"Stephen Curry transmite la información más rápido que la luz" Pues vale, pues entonces Don Stephen será un taquión, esa partícula hipotética que tanto gusta en la ciencia ficción y que nunca hemos visto en la naturaleza, pero no, no y no, no será física cuántica, porque en la física cuántica nada viaja más rápido que la luz. Como hemos explicado tantas veces, este mito viene de las explicaciones fantasiosas, sensacionalistas y equivocadas del entrelazamiento cuántico que nos solemos encontrar por ahí. Y finalmente: "Cuando el monstruo coge el balón puede pasar cualquier cosa" El monstruo es el bueno de Lebron James. Sobre la pantalla aparece vagamente sobreimpresionada la fórmula matemática que expresa el principio de incertidumbre de Heisenberg. Para tranquilidad de todos diré que el principio de incertidumbre no dice que pueda pasar cualquier cosa, sino que nos advierte que el precio a pagar por determinar completamente una propiedad de un sistema en física cuántica (por ejemplo, la posición) es que otra propiedad queda completamente indeterminada (por ejemplo, la velocidad). Por lo demás, no pasarán tantas cosas: solo las que permita la ecuación de Schrödinger. Los muchos fans de Lebron también pueden estar tranquilos: en realidad, cuando va hacia el aro sólo pueden acabar pasando tres cosas: canasta, falta o canasta y falta. (Y no, este Observatorio no va a dar el mal ejemplo y no va a caer en la tentación de hacer una metáfora cuántica con esta última frase). Olviden este anuncio, por favor, y disfruten del espectáculo. (Publicado originalmente en SciLogs el 22/01/21).
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Nuevo informe del Observatorio creado para evitar la proliferación de metáforas abusivas sobre física cuántica.Un fantasma recorre el mundo, y es el fantasma de un gato. ¿No les pasa a ustedes también que ya ven en todas partes al felino austrohúngaro, como le pasaba a Piolín con Silvestre? Columnas de prensa, series, novelas... en todos los segundos, en todas las visiones. Hace poco, mi mujer, que sabe lo que me entusiasman los viajes en el tiempo, me convenció para ver la serie "Dark". Me interesó bastante al principio, porque parecía que por fin se exploraba la idea, de verdad y con todas sus consecuencias, de "lo que pasó, pasó": bucles de tiempo en los que no se puede cambiar nada; intentar cambiarlo es en realidad lo que hace que las cosas sucedan de la manera en que suceden. Me equivoqué, claro. Tras horas y horas de escuchar, bajo el calor isótropo, homogéneo de Madrid, cosas como "el principio es el fin", "el fin es el principio", "todo está conectado" y otros aforismos oraculares, dichos todos ellos muy despacio, con muchas pausas y cara de intenso, la serie se traiciona a sí misma e introduce cambios, universos paralelos... como cualquier película de viajes en el tiempo, solo que mucho más pesada. ¿Y cómo se justifica todo esto? Efectivamente, con el comodín de la física cuántica: en el 3x06 y el 3x07 se empieza a hablar de entrelazamiento cuántico y el odioso gato. Entonces saqué mi tótem particular y comprobé que no me había quedado dormido y estaba soñando, como DiCaprio en "Origen". Y no, desafortunadamente, estaba ocurriendo: en la pantalla, alguien vestido de científico (pelo alborotado, gafas, bolígrafos asomando en la solapa) nos explicaba otra vez la tabarra de siempre: que si un átomo, un veneno, un minino, que si vivo, que si muerto. Así que ya ven, este Observatorio no puede descansar ni un segundo. En la prensa, todo sigue en la misma tendencia que previmos en anteriores informes, es decir, la catástrofe. Empezaremos con nuestro miembro de honor, que ha conseguido aparecer en todos nuestros informes, el gran Daniel Gascón, quien ha vuelto a recaer con una columna titulada "Responsabilidad de Schrödinger" el 15 de agosto en El País. Ninguna explicación hay para este título en toda la columna hasta que llegamos a su frase final: "El problema merecería, por lo menos, un comité de Schrödinger". De verdad, pobre Erwin. ¿Qué culpa tiene él? Al parecer, ya basta con poner su nombre para justificar cualquier cosa: vean esto de El País Semanal el 29 de mayo de 2020: "Los días de Schrödinger. “Mis días están pasando lento y rápido, tengo la sensación de que cada día es muy largo pero cuando me doy cuenta ya se ha pasado”, arranca Eva Hache". Jo, qué profundo, ¿no?
Un poco más macabro se pone el poeta Antonio Lucas en El Mundo, en una columna titulada "El fin de la multitud": "Observo al anciano caminar solo, delatando el fin de las multitudes. Es la paradoja del gato de Schrödinger a dos patas". También Íñigo Domínguez, que escribió artículos excelentes para Jot Down, sin recurrir a la física cuántica, no lo ha podido evitar ante el vértigo de la columna en blanco, y escribió esto el 15 de marzo en El País, en la pieza "¿Quién está haciendo el amor con tu señora?": "No tengo ni idea de física cuántica, pero el principio de incertidumbre de Heisenberg dice algo así como que el observador modifica lo observado, y quizá puede aplicarse a esto: es como si contagiáramos nuestra velocidad al virus mirándolo todo el rato". No queda más remedio que estar de acuerdo con él: no tiene ni idea de física cuántica. A estas alturas: ¿queda algún columnista que no haya usado estas metáforas? Convocaríamos un premio, si no tuviéramos miedo a que quedara desierto. Lo diremos una vez más. ¡déjenlo ya! Ya no es original, no tiene gracia, y la mayor parte de las veces no se entiende ni tiene sentido. Sin embargo, a este Observatorio le ha gustado un encuentro imprevisto en la última novela de Ian McEwan, "Máquinas como yo" (Anagrama, 2019. Traducción de Jesús Zulaika). La historia trata sobre un robot inteligente llamado Adán. En la página 170, la conversación con su dueño llega al tema de la física cuántica. Me echo a temblar, sobre todo cuando el humano saca a relucir la tristemente célebre frase de Feynman sobre no entender la física cuántica, que recordarán las dos o tres lectoras que siguen cayendo por error en este cuaderno de bitácora (la frase, naturalmente, está mal citada, pero eso es comprensible tratándose solo de un hombre). Sin embargo, el robot inteligente contesta con tino, como si hubiera leído los informes de este Observatorio: "Adán negó con la cabeza. - Una falsa paradoja, si es que es una paradoja. Decenas de miles de personas la entienden, y millones hacen uso de ella. Es cuestión de tiempo, Charlie. La relatividad general estuvo una vez más allá de nuestra comprensión. Hoy es algo rutinario para estudiantes de primer año de carrera. Lo mismo pasó con el cálculo infinitesimal. Hoy lo manejan los adolescentes de catorce años. Un día la mecánica cuántica será algo común y corriente". Tiene razón Adán. Y ¿saben qué será lo mejor de ese día? Que ya nadie dirá que es un día "de Schrödinger". (Publicado originalmente en SciLogs el 19/08/20). La situación no mejora. A David Gistau (1970-2020)
El escritor Timothy Ferris asegura que Stephen Hawking le dijo que "when I hear of Schrödinger's cat, I reach for my gun." ("cuando oigo hablar del gato de Schrödinger, me llevo la mano a mi pistola") en una conversación en 1983. No me digan que no es tentador imaginarse a Sir Stephen transformándose en el Samuel L. Jackson de Pulp Fiction ("I dare you, I double dare you") animando a algún columnista a volver a decir Schrödinger... ¡Pero, ay, nosotros en este Observatorio de metáforas sobre la física cuántica no podemos distraernos ni un segundo! Hemos de seguir vigilando la ciudad y las redes desde nuestra atalaya, para que ustedes puedan dedicarse tranquilamente a sus ocupaciones. Cada vez que oimos Schrödinger echamos nuestras manos al teclado. La situación no ha mejorado nada desde nuestro último informe. La palabra "cuántica" sigue funcionando como un virus que inflama hasta las meninges más ordenadas, haciendo que incluso personas de juicios normalmente más rigurosos se despachen con patochadas catedralicias. Así, todo un Arcadi Espada se dejó decir en julio de 2019: "Los sondeos electorales se rigen, además, por el principio cuántico de que la posición del observador modifica lo observado". La posición del observador, hallazgo. Y a Daniel Gascón, quien ya apareció en nuestro primer informe, parece que se le ha atascado la metáfora, porque la usa hasta cuando su significado resulta completamente impenetrable: "Las expectativas de los jóvenes se recortaron: se extendía un régimen de precariado, eran adultos de Schrödinger." (No hay explicación posterior). En fin, la lucha contra la pequeña metáfora parece perdida, habrá que concentrarse en la grande, por ejemplo, en aquella en que todo el artículo es una metáfora. El País Semanal del domingo 26 de enero de 2020 incluyó un artículo en su sección de Psicología, escrito por Francesc Miralles, quien, se nos dice, es "escritor y periodista experto en psicología." Con esa presentación, ¿a qué no adivinan de qué tema habló? ¡Efectivamente, de física cuántica! En la edición impresa el artículo se tituló "Lecciones cuánticas para la vida", mientras que en la edición digital es "¿No entiendes nada de la vida? Léete esto". Resulta difícil decidir cuál de los dos títulos es más estupefaciente. Ante un titular como éste, ustedes pueden darse el gusto de pasar rápidamente la página, pero nosotros, los sufridos miembros del Observatorio, no, ¡ah, no! Dice:
Sigue Miralles:
Y todavía estábamos recuperando del impacto de la filosofía mirallesca, cuando a la semana siguiente, de nuevo en El País, pero esta vez en el suplemento "Ideas", nos encontramos con un artículo del escritor Montero Glez. con el título "El viaje en el tiempo como truco cuántico". La pieza trata de una novela de Stephen King en la que se fantasea con la posibilidad de viajar en el tiempo y evitar el asesinato de Kennedy. Parece ser que a Glez. se la ha ocurrido que todo esto se explica con la física cuántica. Bueno, con lo que él cree que es la física cuántica:
Hacemos una vez más un llamamiento ¡oh, escritores, columnistas!: dejen la física cuántica en paz, asalten con sus metáforas otro terreno del saber. No nos hagan recurrir al método de Hawking, por favor. (Publicado originalmente en SciLogs el 14/02/20). ¿Hay que decir "Schrödinger" y "cuántica" cada vez que en un asunto hay dos posibilidades? Sin duda, las dos o tres lectoras que sufren este cuaderno de bitácora estarán preocupadas por el hecho de que el "Observatorio de metáforas sobre la física cuántica", cuya creación anuncié el pasado 28 de diciembre, no haya producido todavía ningún resultado tangible. Pues bien, en mi calidad de fundador, director, presidente, CEO y único miembro, es un placer para mí anunciar la publicación del I Informe producido por el Observatorio, fruto del trabajo incansable de los últimos seis meses.
La principal conclusión es que, a pesar del aviso que lanzamos en el acto fundacional, los columnistas, escritores etc. han seguido recurriendo al comodín de la física cuántica para sacar adelante sus artículos y columnas, como si de verdad nadie lo hubiera hecho antes. Más aún, creemos haber detectado una ampliación de la variedad de situaciones en las que estaría permitido tirar de metáforas pseudocuánticas: si antes las referencias al minino que no debe ser nombrado solían aparecer en contextos en los que algo, digamos, "era y no era a la vez" (o algo así), ahora mismo el espectro se ha ido ampliando mucho, hasta abarcar prácticamente cualquier situación en que existen dos posibilidades o incluso en la que ocurren dos cosas distintas con cualquier relación entre ellas. Ante esto, nuestra preocupación no podría ser mayor, ya que el número de nuevas situaciones en el que se podrá abusar de Schrödinger no parece tener límite, lo cual hace que nuestro objetivo de librar a la física cuántica de los creadores de metáforas esté cada vez más complicado. Vean por ejemplo, este artículo económico titulado (¡ay!) "La paradoja del gato de Schrödinger" (a estas alturas, la originalidad de este titular es parecida al de "La nueva reina de Hollywood" en la entrevista a una actriz, o "Un verano de cine", cuando se anuncia un cine de verano). El autor detecta una "discrepancia entre lo que anticipan los mercados y la economía real", lo cual le lleva a hablar de dos universos paralelos, y claro, como en la física cuántica hay universos paralelos, ¿verdad que los hay?, pues inmediatamente llegamos a que esto: "es una paradoja difícil de sostener en el tiempo y parece más propia del principio de superposición de la física cuántica que de la economía. ¿Sabían que, según este principio, las partículas subatómicas tienen la capacidad de estar en dos sitios diferentes simultáneamente?". ¡No, no lo sabíamos! ¡Nadie lo había puesto jamás en una columna! Pero ¿estamos seguros de que es cierto? Una vez empezada la metáfora, sería una pena dejarlo ahí sin más exploración, así que un poco más adelante el autor, con ingenuidad entrañable, nos explica una vez más el asunto del felino austríaco, o al menos su versión particular: "En 1935, el Nobel de Física E. Schrödinger propuso un experimento para tratar de explicar por qué el principio de superposición no funciona con los cuerpos normales, o con la Bolsa en nuestro ejemplo. Propuso meter un gato con veneno en una caja opaca. Para la física cuántica, mientras la caja está cerrada, el gato está simultáneamente vivo y muerto. La paradoja se produce cuando se abre la caja, ya que la acción del observador anula la superposición, y determina si el gato está vivo o muerto." Así que para la física cuántica, que siempre anda experimentando con gatos, el gato está simultáneamente vivo y muerto, pero la paradoja no se produce hasta abrir la caja... Menos mal que el autor nos aclara las cosas con este párrafo iluminador: "Los parecidos con el momento actual son claros. La caja es la economía, el gato la renta variable, el observador la curva de tipos y el veneno no requiere explicación." Tal vez sí requiriera mejor explicación. En cualquier caso, lo que queríamos subrayar es que aquí la justificación del pretendido escenario cuántico es simplemente una diferencia entre una predicción y la realidad. Esto nos aterra, ya que abre la posibilidad de que la física cuántica también se cuele en los pronósticos del tiempo... No he dicho nada, no quiero dar ideas. En la misma línea, Evgeny Morozov tira de cuántica sólo porque hay algo que no entendemos muy bien para qué va a servir exactamente: "Es la última paradoja de Schrödinger de la economía digital: un blockchain [red de servidores independientes, que certifican transacciones] que también puede no serlo, que a su vez servirá como dinero... o no, con el fin de salvar o de enterrar a Facebook... o a todos nosotros." y el gran Daniel Gascón porque alguien dice que una cosa es lo que en realidad no es: "Mientras Torra dice presidir una República de Schrödinger —está en el aire pero no implementada— [...]". Como ven, las posibilidades empiezan a ser infinitas, y más aún porque el popular lindo gatito cuántico se ha convertido ya en ejemplo de paradoja, por lo que Sergio del Molino lo puede invocar en un artículo sobre la propaganda de los partidos políticos sin representación parlamentaria, sin necesidad de acudir al argumento pseudocuántico: "Sus campañas, situadas en los bloques de propaganda gratuita de los medios públicos, revelan más paradojas que el gato de Schrödinger." Siendo justos, en este primer semestre de trabajo nos ha parecido bastante atinada la imagen del filósofo Santiago Alba Rico, ya que se refiere efectivamente a una situación en la que una propiedad está esencialmente indefinida y puede tomar dos valores distintos (derechas/izquierdas): "En España, país desmemoriado donde nadie era ya ni de izquierdas ni de derechas, lo ofreció el 15-M, y Podemos —el partido que más rápidamente vio la luz y más rápidamente se cegó— supo explorar su indeterminación cuántica." Esto demuestra que es posible mencionar la física cuántica y hacerlo razonablemente bien. Sin embargo, nosotros creemos que estamos en una situación de emergencia y que por ello es necesaria la abolición total, al menos hasta que recuperemos la normalidad. Si creen que exagero, vean esta crónica del crítico de cine Luis Martínez: "No hace tanto que la física cuántica coquetea, por así decirlo, con la más contraintuitiva de la hipótesis (otra más): la retrocausalidad. Es decir, y sin molestarse en entender más que lo justo, la posibilidad de que, a un nivel estrictamente cuántico, sea el futuro el que influya y determine el pasado. De otro modo, lo que vendría a decir esta reformulación a la inversa de la línea temporal es que cuando un científico elige la forma de medir una partícula, esa decisión influye en las propiedades que tenía la partícula antes incluso de haber tomado decisión alguna. Si no se entiende, es que vamos bien." ¿Lo ven ahora, verdad? Estamos en una crisis grave y se hace preciso acudir a medidas extraordinarias. Además del llamamiento habitual a escritores, periodistas, columnistas etc. para que saquen sus metáforas de la física cuántica (so pena de nuestras temibles sanciones), hacemos otro a científicos de otros campos de investigación: por favor, ofrezcan voluntariamente sus áreas de trabajo como nuevos territorios para la metáfora, poniendo algún ejemplo atractivo. Ya ven que no hace falta que sea un ejemplo muy riguroso. La física cuántica se lo agradecerá. (Publicado originalmente en SciLogs el 04/07/19). Creación urgente de institución imprescindible.Un fantasma recorre las redes, y es el fantasma del abuso de la palabra "cuántica". Desde las terapias pseudocientíficas a las columnas de los mejores periódicos, no hay manera de escapar a las imágenes forzadas, las metáforas con calzador, las extrapolaciones injustificadas, el diseño de una física cuántica a la medida para vendernos algo o llegar al final del artículo. Desde este humilde cuaderno de bitácora, siempre atentos a los temas más urgentes, hemos dicho "¡basta!" y hemos decidido actuar. ¡Despierten, oh lectores! Éste es un día tan bueno como cualquier otro para anunciar solemnemente la creación del primer "Observatorio de metáforas sobre física cuántica", organismo que supervisará de manera permanente los textos escritos, para velar por el buen uso de todo lo relacionado con la física cuántica. Como primera medida, y dado que soy el único miembro (¡aunque se aceptan voluntarios!), procedo a nombrarme director, presidente, secretario general, comandante en jefe, CEO, líder máximo. (Por supuesto, yo no quería, no me interesan los cargos, pero me sacrifico porque así me lo ha pedido la gente). Y como segunda medida, presento el primer ejemplo del tipo de trabajo que llevaremos a cabo. Vean esta columna de opinión aparecida recientemente en uno de los diarios más importantes de España. Que conste que su autor es un excelente escritor y periodista, y que yo suelo leer todas sus columnas, incluso las de fútbol (en esta materia sólo le sigo a él, a Valdano, a Gistau y a pocos más, a pesar de lo cual sigo sin entender nada sobre ese deporte). Sin embargo, es bien sabido que a todos los escritores, incluidos los buenos, se les aparece a menudo un demonio en forma de gato, que se les sienta en el hombro y les susurra al oído: "cuántica", "Schrödinger", "estoy vivo, estoy muerto, vivo y muerto a la vez... Espera, ¿cómo era esto? ¡Bah, pon lo que quieras!"... y cosas semejantes, a las que es muy difícil resistirse. Así que, de pronto, en una columna sobre la vida parlamentaria, puede aparecer sin previo aviso este desahogo: "Estamos ante un presidente cuántico. La física cuántica admite los comportamientos paradójicos, porque una partícula cuántica no posee un valor único, definido, sino que los admite todos al mismo tiempo; esta propiedad de superposición no excluye la capacidad de transportarse a través del espacio vacío. Ahí es donde entra el Falcon. El espacio vacío equivale a la gestión de Sánchez estos siete meses." Bueno... ¿no estaremos exagerando un poquito? ¿Estamos seguros de que la física puede admitir comportamientos paradójicos? ¿No serán sólo aparentemente paradójicos, hasta que uno los entiende? De acuerdo, efectivamente en física cuántica las magnitudes físicas toman valores que, en general, no están bien definidos (a no ser que hagamos una medida de esa magnitud), ya que están determinados por probabilidades. Pero, ¿todos los valores al mismo tiempo? Se nos ha ido un poco la mano: sólo habrá unas ciertas probabilidades de tomar algunos valores. Y ¿qué demonios pinta aquí la "capacidad de transportarse a través del espacio vacío"? ¿Qué capacidad es esa? ¿De qué diablos estamos hablando? Nos hemos perdido en el mar de las metáforas, y ya no sabemos cómo colar lo del Falcon para sacar adelante la columna. No hay problema, le puede pasar a cualquiera, pero para asegurarnos de que no vuelva a suceder, condenamos a Jorge Bustos a la lectura de este blog, empezando por las entradas que recomendamos más abajo. Como ven, nos espera mucho trabajo, porque hay centenares de ejemplos parecidos. Con la de campos científicos que están por explorar, llenos de equívocos que nos esperan, ¿por qué no dejamos ya tranquila a la física cuántica? Y si se nos acaba la ciencia, ¡siempre nos quedan los deportes! De acuerdo, es posible que todas las metáforas futbolísticas hayan sido usadas ya, pero ¿qué me dicen del baloncesto, por ejemplo? (aquí también me ofrezco para ayudar). Así que quedan advertidos, ¡oh, escritores, intelectuales, pensadores! Si no quieren caer en las redes de este implacable Observatorio, ¡mucho cuidado con lo que dicen sobre física cuántica! Estamos vigilando. (Publicado originalmente en SciLogs el 28/12/2018).
Carlo Rovelli contra la pseudocuántica.Ya pueden encontrar en el número de octubre 2022 de Investigación y Ciencia mi reseña del libro "Helgoland" de Carlo Rovelli. Ahí podrán ver mi opinión general sobre las ideas expuestas en este libro, pero hay un fragmento (páginas 149-150 en la edición de Anagrama) que me gustaría compartir especialmente con ustedes, sobre todo con ese sector de mis lectores y comentaristas que se muestra tan preocupado por mi, a su juicio, excesiva vehemencia contra las pseudociencias, en concreto contra los desalmados que malversan los conceptos "cuánticos" para engañar a la gente. (Son tan insistentes en esto que la cosa me empieza a recordar a aquella canción de Silvio Rodríguez: "Me vienen a convidar a arrepentirme/me vienen a convidar a que no pierda/me vienen a convidar a indefinirme/me vienen a convidar a tanta mierda"). En fin, que he decidido "cederle el micrófono" a Rovelli, que es un poco más jipi que yo y escribe mejor: "De vez en cuando paso unas horas en internet leyendo o escuchando con tristeza la montaña de estupideces que se cobija bajo el adjetivo "cuántico". Medicina cuántica, teorías holísticas cuánticas de todo tipo, espiritualismos cuánticos misticistas y así sucesivamente, un increíble desfile de tonterías. Las peores son las necedades médicas. En ocasiones recibo algún mail alarmado: "Mi hermana acude a un médico cuántico, ¿qué piensa, profesor?" Se me ocurren todos los males del mundo, intente poner a su hermana a salvo lo antes posible. Cuando se trata de medicina, debería intervenir la ley. Todo el mundo tiene derecho a buscar cura como le plazca, pero nadie tiene derecho a engañar al prójimo con una desfachatez que puede costar la vida. Alguien me escribe: "Tengo la sensación de haber vivido ya este momento, ¿es un efecto cuántico, profesor?" ¡Santo Dios, no! ¿Qué tiene que ver la complejidad de nuestra memoria y de nuestros pensamientos con los cuantos? ¡Nada, absolutamente nada! La mecánica cuántica no tiene nada que ver con los fenómenos paranormales, medicinas alternativas, ondas que nos arrastran y vibraciones misteriosas. ¡Por favor!, me encantan las buenas vibraciones. También yo llevaba el pelo largo sujeto por una cinta roja, y de joven canté ¡Om! sentado con las piernas cruzadas justo al lado de Allen Ginsberg. Pero la delicada complejidad de la relación emocional entre nosotros y el universo tiene que ver con las ondas de la teoría cuántica tanto como una cantata de Bach con el carburador de mi coche. El mundo es lo bastante complejo para dar cuenta de la magia de la música de Bach, de las buenas vibraciones y de nuestra profunda vida espiritual sin necesidad alguna de recurrir a rarezas cuánticas." (de "Helgoland, de Carlo Rovelli). (Por mi parte, yo también llevé el pelo largo de joven y alguna vez me puse una cinta en el pelo para que no me molestara jugando al baloncesto, aunque no recuerdo si era roja como la de Stallone en Rocky II. En cuanto a sentarse con las piernas cruzadas, siempre me ha parecido incomodísimo. Desafortunadamente, nunca conocí a Allen Ginsberg). (Publicado originalmente en SciLogs el 14/10/2022. En la foto, Allen Ginsberg en plan jipi. Tal vez ande Rovelli por ahí).
De tardígrados y hombresTodos los días llegan a mis cuentas de correo de trabajo invitaciones para enviar artículos a revistas diversas o participar en conferencias (que también darán lugar a una publicación). Muchas de ellas no superan los filtros de correo no deseado, pero otras muchas sí. Aunque algunas tienen que ver con mi campo de investigación, o al menos pertenecen a la física, también las recibo de los campos más extraordinarios: "Biomedical Research and Clinical Practice Journal (BRCP)", "Journal of Dental Research and Practice", "Journal of Textile Engineering and Fashion Techology"... son ejemplos reales. En ocasiones, hasta incluyen en el correo el título de algún artículo real mío, lo cual puede dar lugar a situaciones cómicas: si he hablado de la "garganta" de un agujero de gusano, me invitan a una revista de otorrinolaringología; si me refiero a la "extracción" de entrelazamiento del vacío, a una de odontología. Imagino que estas "revistas depredadoras" funcionan a partir de búsquedas masivas en bases de datos de las que puedan obtener direcciones de correo y palabras clave, y luego lanzan estos correos electrónicos sin sentido. Sabemos también que existen "factorías de artículos" que los producen "al por mayor" y consiguen publicarlos. Incluso muchas veces pueden ser generados por algoritmos. Si ampliamos el foco a las llamadas ciencias sociales, tenemos el famoso "caso Sokal" o el más reciente del "pene como construcción social", que muestran como artículos con intención obviamente satírica pueden llegar a ser publicados como si fueran artículos serios (en el segundo caso, incluso después de que el artículo se retirara y los autores confesaran sus intenciones, el artículo recibió citas como si fuera investigación legítima: "entiendo que esta obra ha sido retirada. Sin embargo, encuentro algunas de sus ideas útiles para exponer mi hipótesis sobre la primacía del pene", escriben literalmente los autores). Si escribo todo esto es para mostrar que, hoy en día, si tienes dinero pero no escrúpulos, puedes publicar cualquier cosa. Por supuesto, no se puede conseguir prestigio académico con una carrera basada en publicaciones en revistas depredadoras y congresos fantasma, pero sí que se puede hinchar un CV (¿creían ustedes que solo lo hacen algunos políticos?), lo cual puede ser útil para mantenerte en una posición o recibir determinada financiación de algún sitio con el mismo exceso de dinero y carencia de escrúpulos. Seguramente, el prestigio académico está sobrevalorado. Así que, desafortunadamente, nuestro argumento favorito en las conversaciones, ya saben "un estudio del profesor de la Ghetto de la Universidad de Bel Air dice que..." (más gracioso aún es lo que hacen algunos medios: "un estudio de la Universidad de Oxford...", pero ¿de quién en Oxford?) no sirve para nada. Por ejemplo, algunos de los odiadores de guardia de este cuaderno de bitácora, a los que no les gusta que diga que es falsa su teoría de que la física cuántica muestra que la nada cura si está disuelta en agua (homeopatía), me han mandado a veces artículos del profesor Marc Henry, de la Universidad de Estrasburgo. Además de sus líneas de investigación legítimas, este académico ha colaborado en algún caso con homeópatas que publican sus pseudoinvestigaciones en pesudorevistas sostenidas por instituciones de la industria homeopática. Desde niño he tenido una tendencia incurable a perder el tiempo en tonterías inútiles, así que en lugar de, qué sé yo, pedir una hipoteca o aprender a conducir, alguna vez me he dedicado a leer esa basura, por ver qué tipo de "argumentos" se usan. La realidad superó a mi imaginación. Según la teoría de los autores, al aumentar el grado de dilución de un compuesto homeopático, deberían pasar tres cosas, que mostrarían lo que ellos llaman "memoria del agua": disminuir un parámetro llamado T1, disminuir un parámetro llamado T2, aumentar el cociente entre T1 y T2. Así que los autores nos muestran una gráfica con valores experimentales para dos compuestos homeopáticos distintos. ¿Y qué es lo que vemos en la gráfica? Ninguna de las tres cosas anteriores ocurre: los valores fluctúan: a veces aumentan y a veces disminuyen cuando aumenta la dilución. ¿Conclusión? Para cualquier lector, la teoría ha quedado refutada. Pero si tienes que enviar el artículo a una revista llamada "Homeopathy", o sea, la revista de una cosa llamada Facultad de Homeopatía (institución británica que cuenta con el insigne patronazgo del Príncipe de Gales), esa no es una conclusión válida. Así que te inventas un procedimiento para convertir la nube de puntos aleatorios en una recta, y a partir de ahí sigues como si esa recta la hubieras obtenido en el experimento, y no como consecuencia del procedimiento que te has inventado. Total, ¿qué más da? La Facultad de Homeopatía solo necesita justificar su existencia ante gente que no lee artículos científicos, y que miles de semicultos con acceso a Internet tengan un enlace más para poner en las redes solo puede ser positivo para la causa.
Así que, no, la cuestión no es que haya "un artículo que dice...". Un solo artículo no tiene por qué reflejar el estado del mejor conocimiento científico disponible sobre una cuestión concreta. Quizá si en las Matemáticas, donde la estructura de los artículos es simplemente "lema-demostración" o "teorema-demostración", de manera que, salvo error no detectado por los autores, revisores y editores, lo dicho en un artículo es difícilmente discutible (incluso en estos tiempos de "hechos alternativos"). Pero incluso en un campo con tantas matemáticas como la física teórica (mi campo), los artículos suelen ser mucho más que teoremas y demostraciones, y requieren de contextualizaciones e interpretaciones. Y además, también en la física teórica y seguramente cada vez más (debido a la competencia creciente para publicar en las mejores revistas) está el efecto de lo que, si fuéramos cursis y modernos, llamaríamos "hype", que viene a ser "fliparse" demasiado. Un ejemplo de esto es el artículo (de momento solo en el arXiv) "Entrelazamiento entre cubits superconductores y un tardígrado". Una lectura rápida hace que cualquier investigador del campo se dé cuenta de lo que ha contado muy bien el gran Francis Villatoro aquí: el entrelazamiento es entre dos cubits, uno de los cuales tiene un tardígrado encima, igual que podría tener un "boniato rebozado" (como decía un profesor mío y yo le copio ahora en mis clases). Lo único interesante es que el tardígrado sea capaz de resistir las temperaturas tan increíblemente bajas (-273 ºC) a las que funcionan los cubits superconductores. El artículo todavía no ha sido publicado en una revista. Tal vez nunca lo sea, o al menos los revisores obliguen a cambiar el título y las conclusiones demasiado subidas de tono. Ojalá, aunque tampoco es descartable que alguna revista lo publique así, buscando impacto mediático. Pase lo que pase, seguirá habiendo, como ya hay, centenares de sitios de Internet que nos hablen de cómo este experimento muestra efectos cuánticos en seres vivos, y quién sabe cuántas sandeces más. Y habrá quién me ponga esos enlaces por aquí… y a ver cómo les convenzo yo de que no basta con que un artículo diga algo para que sea cierto. (Por supuesto, esto tampoco quiere decir que cualquiera y, sobre todo, de cualquier modo, pueda desacreditar resultados publicados: se requieren conocimientos y método científico). Qué complicado es esto de la ciencia, ¿verdad? Recordemos una vez más que lo auténticamente valioso y especial que nos aporta es el método científico. En todo lo demás hay cantidades variables de fotones y barro, como en cualquier otra actividad humana. (Publicado originalmente en SciLogs el 19/04/22. En la imagen, Geoffrey (Joseph Marcell) como el poeta imaginario Raphael de la Ghetto inventado por Will Smith en la serie "El príncipe de Bel Air”). Convirtiendo un fotón en un trío de fotones con entrelazamiento cuántico en el laboratorio.El auge actual de los ordenadores cuánticos y, en general, de las llamadas tecnologías cuánticas, es posible gracias a décadas anteriores de trabajo teórico y pequeños experimentos académicos dentro de un campo que entonces se solía llamar "óptica cuántica". En 2012, por ejemplo, esos esfuerzos fueron reconocidos con el premio Nobel de Física para Serge Haroche y David Wineland "por métodos experimentales innovadores que permiten medir y manipular sistemas cuánticos individuales". Ese "medir y manipular" sistemas cuánticos de pocos elementos, hasta llegar al nivel de un solo átomo o fotón, es lo que permite que ahora podamos soñar con un ordenador hecho de bits cuánticos. Uno de los elementos interesantes de la caja de herramientas de la óptica cuántica son los procesos de Conversión Paramétrica Espontánea Descendente (¡toma ya!, SPDC, por sus siglas en inglés "spontaneous parametric down-conversion"), en los que un fotón se transforma en dos fotones tras interaccionar con determinados materiales cuánticos. "Descendente" es la palabra aquí porque la frecuencia del fotón original (y, por tanto, su energía: recordemos que un fotón es un "paquete de energía", donde el paquete contiene tanta energía como su frecuencia multiplicada por un número llamado "constante de Planck"; así que, cuanta más frecuencia, más energía) se divide en dos paquetes, cada uno con la mitad de frecuencia-energía (como, en principio, uno esperaría por la conservación de la energía). Este par de fotones que se crea tiene mucho interés para las nuevas tecnologías cuánticas, ya que, al tener un origen común en un proceso cuántico, la pareja está entrelazada, es decir, las propiedades de los fotones tienen unas correlaciones que van más allá de las que se pueden alcanzar en sistemas que no son cuánticos. Hay un caso especial de SPDC en el que la frecuencia de origen no la aporta un fotón, sino que es una frecuencia de movimiento, por ejemplo el movimiento de un espejo en una cavidad en la que esté confinada la luz. Igual que en el caso anterior, se creará un par de fotones entrelazados, cuya suma de frecuencias será igual a a la frecuencia del movimiento. Al no requerir un fotón inicial, este proceso ocurre incluso si lo que está confinado en la cavidad es un vacío sin fotones. Es decir, el movimiento del espejo crea fotones que, de alguna manera, aparecen de la "nada" (en realidad, no es la nada, es el vacío del campo electromágnetico: esto demuestra que la ausencia de partículas no es equivalente a la nada). A este fenómeno tan chulo se la llama "Efecto Casimir Dinámico" (DCE, por sus siglas en inglés) y aunque se descubrió teóricamente en 1970, no pudo demostrarse en un experimento hasta 2011, con un sistema de circuitos cuánticos superconductores, en el que un campo magnético rápidamente oscilante hacía las veces de espejo. Parece natural preguntarse si es posible crear más de dos fotones en un experimento de tipo SPDC. ¿Podemos crear tres? De nuevo, esta era una posibilidad teórica conocida, pero difícil de realizar en un experimento. Hace poco, lo conseguimos en una colaboración con físicos teóricos y experimentales de la Universidad de Waterloo (Canadá), la Universidad Tecnológica Chalmers (Gotemburgo, Suecia), y el Instituto de Ciencia y Tecnología de Barcelona. El experimento, realizado en Canadá, modificaba las propiedades de circuitos superconductores cuánticos parecidos a los usados para demostrar el DCE en 2011 para que produjeran un triplete de fotones en lugar de una pareja. Los resultados se publicaron en Physical Review X a principios de este año 2020. Naturalmente, este triplete de fotones debe estar también entrelazado, debido a su origen en un proceso de tipo SPDC. Sin embargo, comprobar esto no es tan sencillo, ya que un sistema de tres partes es muy distinto a un sistema con solo dos partes, como veremos a continuación. El ejemplo clásico de entrelazamiento cuántico implica a dos bits cuánticos (cubits) en una situación en la que hay una probabilidad del 50 % de tener 00 y una probabilidad del 50 % de tener 11: así, el resultado de cualquier medida es completamente aleatorio pero las correlaciones entre las partes son perfectas: 0 en una parte implica 0 en la otra, y lo mismo con 1. Si pensamos en un sistema de tres partes, lo primero que se nos ocurre es una combinación también al 50 % de 000 y 111. No hay duda de que hay correlaciones cuánticas en esta situación. Sin embargo, estos estados tienen una propiedad curiosa: si nos olvidamos de una de las partes (cualquiera de ellas) y consideramos solamente a las otras dos, las leyes de la física cuántica nos dicen que el estado en que han quedado estas dos partes no presenta entrelazamiento cuántico, sus correlaciones son solo clásicas. En cambio, podemos pensar también en una combinación con igual probabilidad de tener, por ejemplo, 100, 010 y 001. Si ahora nos olvidamos de cualquiera de los tres cubits, se puede demostrar que el estado resultante para los otros dos también tiene entrelazamiento cuántico. Por tanto, vemos que en sistemas de tres cubits hay al menos dos tipos distintos de entrelazamiento tripartito, según si contiene entrelazamiento bipartito o no. Nuestros fotones no son bits cuánticos, ya que su entrelazamiento se refiere a variables continuas como la posición o la velocidad, que, por tanto, pueden tener más de dos valores. Sin embargo, lo que acabamos de demostrar con mi joven colega del IFF (CSIC) Andrés Agustí y nuestros colaboradores de Chalmers y Waterloo, es que también se da una situación parecida a la descrita en el párrafo anterior. Algunos intentos anteriores de estudiar el entrelazamiento contenido en teoría en un trío de fotones como el generado en nuestro experimento, se habían centrado en considerar todas las correlaciones entre todos los pares de partículas, llegando a la conclusión de que el estado no estaba entrelazado. Nosotros pensamos que había que enfocar el problema de manera distinta y buscar directamente correlaciones genuinamente tripartitas. De esta manera, hemos conseguido demostrar que los estados producidos en el experimento tenían efectivamente entrelazamiento cuántico, y hemos propuesto un criterio para comprobarlo en el laboratorio. El artículo acaba de ser aceptado en Physical Review Letters y se puede leer en acceso abierto aquí (donde pronto subiremos la última versión, con correcciones incorporadas gracias al proceso de revisión por pares). Nuestros resultados muestran que hay distintos tipos de entrelazamiento cuántico en sistemas de tres fotones y, por tanto, distintas maneras en los que pueden ser útiles en tecnologías cuánticas. (Publicado originalmente en SciLogs el 30/06/20. En la imagen, Fotografía con microscopio del circuito superconductor que genera tres fotones mediante SPDC (extraído de Physical Review X 10, 011011 (2020)).
Importante anuncio de Google, más por su carácter simbólico que por sus aplicaciones prácticas inmediatas. Se atribuye al gran físico de Caltech John Preskill (también célebre por sus apuestas con Hawking y Thorne) la paternidad del concepto de supremacía cuántica (quantum supremacy). Efectivamente, en un artículo de 2012 que se puede leer libremente aquí, Preskill dio en la flor de caracterizar con ese nombre al momento en que un sistema cuántico controlado (como, por ejemplo, un ordenador o simulador cuántico) hiciera alguna tarea que quedara más allá de las capacidades de cualquier sistema no-cuántico (o sea, clásico). En los últimos años, varios grupos de computación cuántica han peleado por ser los primeros en alcanzar este hito. Por supuesto, definir con precisión qué es lo que está fuera del alcance de un sistema clásico no siempre es sencillo, pero parece haber consenso en que esto podría ocurrir para algunos cálculos que podrían ser realizados por máquinas de entre 50 y 100 cubits (como las que ya tienen, por ejemplo, IBM y Google), y cuya solución le requeriría a un ordenador clásico un tiempo excesivamente largo. De hecho, el 23 de octubre de 2019 se publicó en Nature un artículo en el que el grupo de Google liderado por John Martinis afirmaba haber alcanzado la supremacía cuántica con su ordenador de 53 cubits, llamado Sicomoro (Sycamore). En concreto, Sicomoro ha realizado un cálculo en poco más de tres minutos que, según las estimaciones del grupo de Martinis, les llevaría 10.000 años a los mejores supercomputadores clásicos de la actualidad. Sin embargo, inmediatamente IBM contestó informando de que, de acuerdo a sus estimaciones, ellos podrían realizar el mismo cálculo en apenas un par de días con su supercomputador Cumbre (Summit). De ser cierto esto último (el artículo técnico en el que se apoyan las afirmaciones de IBM se puede encontrar en el arXiv, pero todavía no ha sido publicado en una revista y, por tanto, todavía no ha superado un proceso de revisión por pares) la magnitud del hallazgo de Google se rebajaría y quizá, desde el punto de vista técnico, podría haber discusión sobre si es realmente adecuado hablar ya de supremacía cuántica. Sin embargo, en términos prácticos, tres minutos parece ya significativamente mejor que tres días, y además estamos hablando de un prototipo con mucho margen de mejora. La puerta de la supremacía cuántica parece definitivamente abierta. ¿Qué significa esto para las aplicaciones prácticas? Como es lógico, esta era la pregunta que más interesaba a los periodistas que el jueves 23 de octubre llamaron al Instituto de Física Fundamental y tuvieron la mala suerte de que fuera yo el que les cogiera el teléfono y no un auténtico experto. ¿Materiales extraordinarios? ¿Baterías ultraligeras? Todo tipo de bestias fantásticas aparecieron en la conversación. Lo cierto es que alcanzar la supremacia cuántica en sí mismo no nos acerca ni un ápice más a todo eso. Sicomoro, como todos los ordenadores cuánticos disponibles en la actualidad, no es un ordenador universal, sino que se le programa para que realice tareas concretas: el experimento de Nature estaba diseñado para que fuera muy dificil de realizar por un ordenador clásico, pero no sirve para nada más. Para las grandes aplicaciones tecnológicas con impacto directo e inmediato en la sociedad se necesitarán nuevos algoritmos (más o menos desconocidos ahora mismo) que habrán de ejecutarse en máquinas con muchos más cubits, los cuales habrán de cometer menos errores o incorporar mecanismos que los corrijan. Todo ello requerirá mucho tiempo, mucho dinero y mucho talento. La supremacía cuántica abre una puerta, pero lo que hay más allá es un camino que, como es sabido, sólo se hace al andar. Ahora mismo, no hay camino, sino estelas en la mar.
(Publicado originalmente en SciLogs el 23/12/2019. En la foto: Platanus racemosa, conocido como Sicomoro de California o Sicomoro occidental.) Sobre la enésima noticia confusa relacionada con viajes en el tiempoEs probable que a mediados de marzo de este año hayan leído en "las noticias" (o sea, que les haya llegado algo por Whatsapp) algo sobre que un grupo de científicos había conseguido realizar algo así como un viaje en el tiempo gracias al ordenador cuántico de IBM. Las versiones diferían sobre si lo que había viajado era un electrón, el propio ordenador cuántico, o todo a la vez. Seguro que ustedes no se creyeron nada. De hecho, como a estas alturas ya tienen un Máster en Paparruchología y Ciencias de la Posverdad por la Universidad Cuantocompleta, esperaron pacientemente unas cuantas horas hasta que empezaron a brotar los artículos del tipo "No-no-es-eso". De hecho, cuando la cosa llegó a los periódicos de papel (sí, siguen existiendo, al menos en mi universo) ya estábamos en esa fase, afortunadamente.
Cuando vi estas noticias, me costó trabajo creer que se refirieran a un artículo que yo había leído cuando apareció en el arXiv en 2017. Pero sí, el artículo se había publicado finalmente en Scientific Reports, y era esencialmente el mismo. Yo recordaba bien que el artículo iba de una simulación por ordenador (cuántico) de una inversión temporal de un determinado proceso físico. Pero claro, como nos enseñó Meg Ryan, una cosa es simular algo, y otra que algo realmente ocurra, aunque ambas cosas puedan parecerse mucho. Cada vez que mi hijo juega al Fortnite, se simula una masacre, ¡pero la masacre no ocurre realmente! Cada vez que rebobinamos para ver cómo es posible que James Harden haya vuelto a hacer exactamente el mismo tiro sin que el defensor sea capaz de evitarlo, estamos simulando un viaje en el tiempo de James Harden etc. Modestamente, yo participé en un artículo en el 2011 en el que también proponíamos una simulación cuántica de la inversión temporal (no digital, sino analógica) y el experimento se hizo en 2015. Pero entiendo que la combinación de "ordenador cuántico" y "viaje en el tiempo" en una nota de prensa era irresistible. A mí me pasó una vez algo parecido. En los últimos meses de tesis doctoral tuve una idea y se la comenté a mis compañeros. La cosa acabó en un artículo escrito por cuatro estudiantes de doctorado y que terminó publicándose en Physical Review Letters cuando dos de nosotros ya éramos investigadores postdoctorales. La idea era usar las correlaciones del vacío cuántico para conseguir que dos bits cuánticos estuvieran en un estado con entrelazamiento cuántico. Esto ya lo habíamos hecho con correlaciones entre distintos puntos del espacio, pero la novedad era usar ahora correlaciones entre distintos instantes de tiempo, de ahí que habláramos de correlaciones entre el pasado y el futuro. Escribimos una nota de prensa explicando lo que habíamos hecho, y le pedimos consejo a mi director de tesis y líder del grupo de investigación, quien nos dijo: "habéis puesto entrelazamiento del vacío cuántico, y la gente no lo va a entender". Así que lo cambió por "transferir información entre el pasado y el futuro". No entendimos muy bien qué demonios quería decir con eso (si escribo una carta, la guardo en un cajón y la abro mañana, ¿no estoy haciendo exactamente lo mismo?) pero le hicimos caso igualmente. La frase hizo estragos. La gente pensaba que habíamos hecho una máquina del tiempo. Varios periódicos decidieron copiar literalmente la nota de prensa. Otros le añadían titulares sensacionalistas y comparaciones con "Regreso al futuro" . Ninguno nos preguntaba nada, pero nos citaba igualmente, como si realmente hubieran hablado con nosotros. Una web inglesa decía que habíamos transformado qubits en viajeros temporales y hablaba del experimento como de una "Tardis cuántica" (entonces nunca había visto Dr. Who, pero tras vivir en el Reino Unido, donde el capítulo especial de Navidad tiene un carácter institucional similar al discurso de la Reina, he comprendido que es el mayor halago (falso, por supuesto) que mi trabajo ha recibido jamás). Hice una entrevista en la radio que empezaba con "¿podemos decir que han hecho ustedes una máquina del tiempo?" (o algo similar), a lo que yo contestaba, simplemente "no", para que no hubiera ninguna duda. Pero el entrevistador ni se inmutó, y continuó exactamente igual que si hubiera contestado "sí". Tuvimos hasta nuestra propia versión satírica. Una cadena de televisión nacional nos contactó porque querían hablar del asunto en las noticias de la noche. Por supuesto, solo les interesaban los viajes en el tiempo. Pero en esta ocasión mi amigo Borja Peropadre les explicó exactamente en qué consistían nuestros resultados. La cosa ya les interesó menos y la noticia nunca salió. Lo único realmente bueno de todo aquello es que Investigación y Ciencia me dio la oportunidad de explicarlo bien, en este artículo. Y ese fue el comienzo de mi colaboración con la revista, que llega hasta ahora mismo, con este cuaderno de bitácora en que aflijo a mis dos o tres lectoras con mis obsesiones, como los viajes en el tiempo. Por cierto, espero ya que todos hayan visto "Avengers: endgame", porque en mi próxima entrada la destriparé completamente. Sirva esto como primera alerta de "spoilers". (Publicado originalmente en SciLogs el 10/05/19). |
AutorCarlos Sabín. Investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2015 hasta 2022 escribí el blog "Cuantos Completos" en la plataforma SciLogs de la revista "Investigación y Ciencia". Autor de "Verdades y mentiras de la física cuántica" amzn.to/3b4z1MO y "Física cuántica y relativista: más allá de nuestros sentidos" http://shorturl.at/bdLN0 Archivos
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